La semana pasada la señora Elizabeth Torres, entre otros, anunció que consideraba aspirar a la comisaría residente por el Proyecto Dignidad. ¿Se convertiría en un dolor de cabeza para este partido?
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La respuesta no la sé, aunque las probabilidades, por su historial, están ahí. ¿Por qué? Torres es una figura con una autoestima exageradamente saludable. Hace unos meses formó una controversia porque la representante popular Deborah Soto tuvo el atrevimiento y osadía de no reconocerla (o sea, que no sabía quién era) y terminó radicando una querella porque “a los funcionarios electos se les reconoce al entrar a una vista pública”. ¡Mire para allá! Activar una comisión cameral para poner esa autoestima más saludable de lo que está. ¡No es para menos!
Bueno, independientemente de eso, Torres sabe muy bien cómo buscar ser protagonista y es estratégica en eso, nadie puede negarlo. El alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez, hizo el anuncio público más importante de su carrera política: su aspiración a la gobernación, precisamente por el Proyecto Dignidad. Jiménez había dicho que no haría una invitación directa a nadie, más bien que la invitación era abierta para todo aquel que quisiera llegar a apoyarlo.
Allí llegó Torres y zumbó que ella podría considerar correr para la comisionada residente. Como diría una amiga pepiniana “¡Fuap!”, el anuncio del alcalde se fue “joyanco abajo”. Torres se convirtió en la protagonista y ocupó el espacio mediático desplazando el anuncio del alcalde. Creo que dentro de la sonrisa de Jiménez no ocultaba algún grado de incomodidad, pero ¿qué podía hacer? Fue él el que convocó a cuanta persona quisiera llegar.
Sobre las posibilidades de Torres ser electa como comisionada residente, aunque su abultada trayectoria, innumerables logros y listado de relaciones con congresistas que debe haber desarrollado como “cabildera de la estadidad” (está todo en sus informes), la capaciten como a ningún otro para aspirar a ese puesto, veo difícil que logre su meta.
Ahora bien, sí estoy seguro que si corre para la legislatura, es una línea para Proyecto Dignidad. Entra porque entra, nuestro electorado lo ha demostrado antes y no dudo que volvería a elegir personajes o personas controvertibles. Elizabeth Torres reforzaría al Proyecto Dignidad en términos cuantitativos, ya sea en la Cámara o en el Senado. Debo suponer que tanto Joan Rodríguez Veve como Lissie Burgos valorarían tener a Elizabeth Torres como compañera de delegación, banca con banca, mano a mano.
Ahora bien, Torres, de lo que se ha visto, hace todo lo que esté a su alcance para lograr su meta real. Sin embargo, si las cosas no se dan como ella espera, pues no tiene ningún problema en tomar la ofensiva contra quien sea. Le ocurrió, por ejemplo, al gobernador Pedro Pierluisi cuando no indultó a su compañero sentimental. De corrupto para bajo, a él y al partido, ¡qué no les dijo! Las críticas no fueron antes de la negativa al indulto, sino después. ¿Ven que es estratégica?
En ese aspecto, ¿qué puede esperar Proyecto Dignidad en caso de que surgiesen desveniencias con la señora Torres? Pues si es parte de su carácter, no debe ser algo distinto, pero prefiero dar el beneficio de la duda.
La secretaria general del Proyecto Dignidad, Nilda Pérez, pareció ponerle, en NotiUno 630, “condiciones” a Torres para ingresar a la colectividad y aspirar a un escaño representándolos. “Elizabeth Torres ha sido muy defensora de los procesos de provida, por ejemplo, ha sido una defensora muy férrea del derecho de los padres a criar a sus hijos, que son fundamentos que son arraigados a nuestra colectividad, y yo sé que ella los ha defendido. Quizás el estilo (de Torres), quizás como ella lo defiende, pues nosotros tenemos un código de ética, pues quizás ahí nosotros tendríamos que llegar a unos acuerdos…”. ¿A qué estilo específico se refiere? ¿Qué retrocedería Elizabeth Torres en su estilo como para llegar a unos acuerdos? No lo sé.
No hay duda que la figura de Elizabeth Torres, precisamente por su estilo, entretiene más que hablando seriamente de temas importantes. Dedicar parte de sus apariciones públicas a gritar “¡corrupto!” y “¡charlatán!” a quien piense distinto a ella va a llamar la atención, y en el caso que ocupara un puesto electivo, entretenimiento no faltaría.
Hay figuras políticas que tienen el mismo estilo y con el mismo buscan intimidar y , hasta cierto punto, disfrutan ver cómo otros le temen. La señora Torres como figura pública se expone al escrutinio, y este escrito es parte de ese escrutinio. Como cualquier político ella es… una más, y mis columnas de opinión, como otras, también es una más.