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Estados Unidos empieza a recibir a solicitantes de asilo desde México

Las 25 personas que ingresaron son las primeras de unos 25 mil solicitantes activos

El gobierno del presidente Joe Biden encaminó el viernes el sistema de asilo para que vuelva a funcionar como lo hizo durante décadas al permitir que un grupo de solicitantes quedara en libertad dentro de Estados Unidos, poniendo fin a la larga espera de los migrantes en México y deshaciendo una política del expresidente Donald Trump para contener la inmigración.

Las 25 personas que ingresaron son las primeras de unos 25.000 solicitantes de asilo con casos activos en el programa “Permanecer en México” que ahora aguardarán sus audiencias en Estados Unidos, en lugar de hacerlo al sur de la frontera. Recelosas de que haya un incremento en el número de migrantes que arriban, las autoridades estadounidenses le están advirtiendo a la gente que no acuda a la frontera, sino que se registre en un sitio web que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados lanzó el viernes.

Los recién llegados fueron trasladados a hoteles de San Diego para que guarden cuarentena debido a la pandemia de coronavirus antes de que viajen a sus destinos finales en Estados Unidos, lo que comúnmente significa quedarse con parientes, amigos o patrocinadores.

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Biden está cumpliendo su promesa de poner fin a una política que Trump dijo era crucial para revertir un incremento en el número de solicitantes de asilo, que alcanzó su nivel más elevado en 2019. El programa, conocido oficialmente como “Protocolos de Protección a Migrantes”, cambió la forma como el gobierno estadounidense solía tratar a la gente que solicitaba protección de la violencia y la persecución. La política de Trump los dejaba expuestos a la violencia en las ciudades fronterizas mexicanas y les dificultaba hallar abogados y comunicarse con las cortes para saber de sus casos.

Hay preguntas no respondidas sobre los cambios de Biden, incluyendo cómo los centroamericanos que regresaron a sus países volverán a la frontera entre Estados Unidos y México. Tampoco está claro cuánto tiempo llevará resolver todos los casos, de los cuales tienen prioridad los más antiguos.

También había algo de confusión en la frontera. Unas 100 personas se reunieron el viernes en el cruce de Tijuana, México, donde difundieron rumores pero con la esperanza de captar información acerca de cuándo se les permitirá ingresar a Estados Unidos mientras las cortes toman una determinación sobre sus casos.

Se prevé que, en San Diego, las autoridades estadounidenses pongan en libertad cada día a 25 personas que han sido obligadas a esperar en México, dijo Michael Hopkins, director general de Jewish Family Service de San Diego, una agencia de servicios humanos sin fines de lucro que está desempeñando un papel crucial de apoyo. Las autoridades pueden procesar hasta a 300 personas al día en el cruce fronterizo de San Diego, pero Hopkins dijo que se desconoce cuándo modificarán el objetivo actual de 25 diarias.

Se prevé que a partir del lunes también se permita el ingreso de gente al país en Brownsville, Texas, y a partir del próximo viernes en El Paso, Texas.

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La Organización Internacional para las Migraciones realiza en México pruebas de detección del COVID-19 a los solicitantes de asilo y pone en cuarentena durante 10 días a todo aquel que dé positivo. En San Diego, incluso los solicitantes de asilo que dieron negativo estarán en cuarentena en hoteles durante siete días, atendiendo las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Una coalición de grupos no gubernamentales llamada Red de Respuesta Rápida de San Diego proporcionará habitaciones de hotel, coordinará el transporte y efectuará revisiones médicas, señaló Hopkins. La agencia Jewish Family Service adquirirá boletos de autobús o de avión si los solicitantes de asilo no pueden pagarlos, y ropa invernal de ser necesario.

“Nos aseguraremos de que están saludables y en buen estado para viajar”, dijo Hopkins en una entrevista.

Unos 70.000 solicitantes de asilo han formado parte del programa Permanecer en México desde que comenzó en enero de 2019.

Aquellos cuyos casos fueron descartados o denegados no pueden volver al país, pero las autoridades estadounidenses no han descartado proporcionar algún tipo de ayuda más adelante.

El gobierno de Biden, que dejó de inscribir a los recién llegados en su primer día como presidente, dijo la semana pasada que los solicitantes de asilo con casos activos serían liberados en Estados Unidos con notificaciones para comparecer ante cortes migratorias lo más cerca posible de su destino final. Esto supuso un gran alivio para los que tienen esta opción, aunque Washington y la ONU pidieron que no haya llegadas masivas a la frontera.

Edwin Gómez, quien dijo que su esposa y su hijo de 14 años fueron asesinados por pandillas en El Salvador después de que él no pudo pagar las extorsiones que le exigían por su taller de autos, estaba ansioso por reunirse con su hija de 15 años en Austin, Texas. Ella ya recibió asilo y vive con familiares.

“Nunca pensé que esto fuese a pasar”, dijo Gómez, de 36 años, el miércoles en Tijuana, México, en un cruce fronterizo con San Diego.

En la ciudad mexicana de Matamoros, al sur del río Bravo, la salvadoreña Enda Marisol Rivera y su hijo de 10 años han estado soportando gélidas temperaturas esta semana, acurrucados bajo pilas de mantas donadas dentro de una tienda hecha con lonas. Su estufa de gas propano se congeló, dijo. A pesar de las dificultades causadas por la ola de frío polar que afectó a Texas y el norte de México, Rivera estaba de buen ánimo.

Ella y su hijo están entre aproximadamente 850 migrantes que viven en un campamento instalado en un extenso parque de Matamoros, que solicitaron asilo y se les dijo que debían esperar en México a conocer la fecha de su juicio. Muchos rechazaron esta semana los ofrecimientos para trasladarse a albergues en la ciudad por temor a perder su oportunidad para ingresar a Estados Unidos si no están cerca de la frontera.

Rivera está esperanzada de que podrá ingresar a Estados Unidos, donde podría vivir con su hermana en Los Ángeles mientras su caso avanza en los tribunales.

“Confiamos en Dios que logremos pasar”, dijo el miércoles. “Ya hemos pasado bastante tiempo acá”.

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