El desespero de Norma es cónsono con el pensamiento que invade la mente de cualquier dueño de negocio o restaurante del Viejo San Juan: por cuánto tiempo más seguirá esta pérdida económica. En el caso de Norma, no habrá seguro o ayuda federal que venga a socorrerla porque la mujer es una de las miles de personas sin hogar en Puerto Rico.
“La gente ya no se asoma por acá. Me he quedado sin mis menuditos”, manifestó Norma, quien prefirió no revelar su apellido, mientras amontonaba latas de aluminio en un carrito de compras desde la Plaza Colón, ahora desértica. “Ve y pregúntale a esos guardias si nos pueden dar algo. Cinco chavos, aunque sea”, ordenó a su hermano quien se mantenía atento al análisis político de alguna emisora AM.
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La ansiedad de Norma incrementó luego que la gobernadora, Wanda Vázquez, decretara un toque de queda para disminuir las posibilidades de contagio comunitario del coronavirus en la isla. La medida paralizó por completo la entrada y salida de turistas locales y extranjeros, provocando así que la ciudad amurallada se convirtiera en un pueblo fantasma.
A pasos de la septuagenaria, en los predios del Teatro Tapia, Vivi quien lleva más de un año deambulando por las calles de la capital. Al preguntarle cómo ha sido la atención que ha recibido de las autoridades luego de la cuarentena, la mujer no pudo responder con exactitud. “No se de nada de lo que estás hablando. Yo solo quiero llegar al aeropuerto”, respondió, enajenada de la pandemia que ha cobrado la vida de sobre 500,000 personas a nivel mundial.
Desde que se anunció el primer caso positivo de coronavirus en la isla, en la La Fondita de Jesús, una organización sin fines de lucro que brinda servicios a la comunidad, sobre todo a personas sin hogar. Allí, una enfermera tomándole la temperatura a las personas que llegan en búsqueda de un plato de comida caliente.
El escenario de pandemia ha presentado un panorama sin precedentes para los empleados, narró Edwin Otero quien lleva sobre cinco años fungiendo como director de voluntarios y recursos externos de la organización ubicada en Santurce.
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“Todo se está haciendo bajo las mayores medidas de seguridad. Los participantes reciben su alimentos en el portón, para cumplir con la orden de la Gobernadora, pero primero tienen que pasar por un chequeo médico, para hacer las gestiones pertinentes, si alguno presenta síntomas”, señaló Otero.
El escenario da traído un grado de satisfacción entre los voluntarios del centro, porque a través de los alimentos aportan al fortalecimiento del sistema inmune de cada participante, “pero también estamos con las manos atadas porque ellos son los más vulnerables a ser contagiados ahora mismo”, indicó.
“Y lo peor es que las personas sin hogar caen dentro de ese primer grupo en riesgo, que son las personas de edad avanzada”, puntualizó.
Según el senador y salubrista, José Vargas Vidot, Puerto Rico tiene cerca de 25,000 personas sin hogar.
Vargas Vidot presentó una medida en el hemiciclo de dicho cuerpo legislativo dirigida a esta población, sin embargo esta recibió oposición en la Cámara de Representantes. “La pandemia del coronavirus hace más que evidente el por qué hace falta con urgencia un plan de país para el abordaje del sin hogarismo. No tengo idea el porqué un plan tan importante está detenido caprichosamente en la Comisión de bienestar de la Cámara de Representantes”, manifestó el galeno en sus redes sociales.
“El mes pasado murieron 10 personas en Río Piedras, aun con todos los programas que tenemos, la esperanza de la calle todavía descansa en la mendicidad, en recoger comida, en pedir, suplicar o morir. ¿Hasta cuando?”, planteó el senador independiente.
La Fondita de Jesús recibe a diario a unas 100 personas para proveer alimento y servicios de aseo personal, pero Otero estima que ese número podría aumentar, a medida que la avalancha de despidos continúe, como consecuencia del cierre en cadena de establecimientos en la industria hotelera.
“No descartamos la posibilidad de alimentar a más personas porque ya sabemos de miles que quedaron cesanteados por sus patronos porque no están produciendo. Hay quienes tendrán sus ahorros, pero otros viven de cheque a cheque y no cuentan con los recursos para pagar renta, luz, agua y comida”, lamentó.
Otero advino en conocimiento de que el gobierno estará distribuyendo mochilas con artículos de primera necesidad y materiales de seguridad a las personas en las calles. “Esto es un adelanto, pero esto no debería ser algo de una sola ocasión y ya, si realmente quieren detener esto, deberían habilitar espacios para que ellos puedan resguardarse. Hay un montón de espacios que están abandonados que se pueden habilitar”, dijo.
Aquellos que soliciten el servicio de duchas tendrán que desechar toda su ropa, por lo que la fundación comunitaria está solicitando material de aseo personal, así como ropa. “Lo más que estamos necesitando son mahones de hombre”, pueden llevar las aportaciones en persona o realizar una contribución a través de ATH Móvil bajo la alternativa de donación /LaFonditaDeJesus.