CARACAS — Venezuela amaneció el miércoles nuevamente a oscuras debido a los repetidos cortes eléctricos que desde hace dos días afectan a la mayoría de la población, mientras el gobierno intenta restablecer el servicio luego del peor apagón en la historia del país.
En Caracas muchos residentes buscaban agua después de que sus grifos se secaran debido a fallas que mantienen paralizados los sistemas de acueductos.
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El gobierno del presidente Nicolás Maduro dijo que las escuelas, oficinas estatales e industrias permanecerán cerradas.
Pocas tiendas en Caracas abrieron y muchas calles estaban despejadas. La luz regresó en algunas áreas en la noche del martes sólo para volver a apagarse en la madrugada del miércoles, frustrando a los residentes que se preguntan cuánto tiempo tendrán que soportar la segunda ronda de cortes desde el 7 de marzo, cuando un gran apagón nacional se extendió por cuatro días.
“Cuánta indolencia y crueldad, este pueblo no se lo merece. Maduro debería irse y ya”, dijo Alfredo Palacios, un comerciante de 36 años que portaba junto a su suegro cuatro recipientes herméticos que acaban de llenar en uno de los muchos riachuelos que bajan por las laderas de las montañas del Parque Nacional Waraira Repano que separa a Caracas del Mar Caribe.
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“No hay agua, no hay luz y ellos no arreglan nada, dicen puras mentiras”, indicó Palacios. Junto a su esposa y sus dos niños pequeños “me tuve que ir a la casa de mis suegros porque en mi casa ni siquiera podemos hervir esta agua porque la cocina de nosotros es eléctrica”.
La mayoría de las personas que deambulaban por el centro de Caracas se quejaban de que no había agua potable en las pocas tiendas minoristas y supermercados que abrieron en vecindarios dispersos que tenían electricidad.
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“Lo más difícil es conseguir agua para beber. Ayer dijeron que ya estaban funcionando las bombas de agua”, en los principales embalses y acueductos que surten a la capital venezolana, pero por las repetidas fallas eléctricas “me imagino que por eso seguimos sin agua”, comentó Nancy Villasinda, una secretaria de 26 años que durante cuatro horas recorrió los pocos comercios abiertos en la barriada de clase media de Montalbán, en el oeste de Caracas, en busca de agua. “El gobierno no informa”, se quejó.
Algunos comerciantes, en tanto, temen que los apagones los hagan perder toda su mercancía.
Anaís Marquina, dueña de una panadería, dijo que el comercio estaba paralizado porque muchas personas no pueden movilizarse debido a que están fuera de servicio los trenes subterráneos, lo que agrava la ya endémica ausencia de autobuses, muchos de ellos paralizados por la falta de repuestos elementales como baterías y neumáticos que escasean por la severa crisis económica que azota al país.
Después del gran apagón del 7 de marzo la situación se ha vuelto cada vez más desesperante para muchos venezolanos. Incluso se han registrado saqueos de negocios en la ciudad de Maracaibo.
Los apagones disminuyeron casi una semana después, pero muchas áreas solo han tenido energía de manera intermitente incluso después de que el gobierno dijo que el problema estaba resuelto.
Maduro ha acusado a Estados Unidos y a la oposición venezolana de sabotear el añejo y deteriorado sistema eléctrico. Los funcionarios estadounidenses y el líder opositor Juan Guaidó dicen que la acusación es un intento de desviar la atención de la mala gestión del gobierno.