Opinión

Alex Delgado | Prensa: trabajo que incomoda

Lee aquí la columna del periodista y director de programación de NotiUno.

Alex Delgado | Columnista

“El trabajo del periodista incomoda por su naturaleza”, expresó el pasado martes en NotiUno 630 la editora en jefe de Metro, Aiola Virella, cuando hablábamos de un foro que se celebrará esta tarde sobre el reto de ejercer nuestra profesión en espacios polarizados y en el que participarán periodistas de Puerto Rico y Ecuador. Tiene toda la razón y creo que eso puede explicar la reacción de algunos sectores que han tratado de embarrar a la clase periodística con el caso de Sixto Jorge Díaz Colón.

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¿Qué trascendió en dicho juicio? Algo que no se puede dar por hecho porque se trata de alguien que dijo que le dijeron. El licenciado Anthony Maceira testificó en el juicio de Díaz Colón que este le dijo que podía influenciar en figuras mediáticas de entretenimiento para controlar los comentarios negativos sobre Ricardo Rosselló en el verano del 2019 y que necesitaba dinero para pagarle a esas figuras. No hay evidencia de que él realmente hubiese acordado algo con esas figuras, y mucho menos de que les hubiese pagado. De hecho, según un reportaje del Centro de Periodismo Investigativo, basado en un informe del FBI, luego de que el exgobernador se reuniese personalmente con Sixto, su comité de campaña le hizo dos pagos a una compañía del acusado entre el 17 y el 23 de julio, precisamente, en medio del huracán político que vivía el exgobernador.

Eso ubica a Sixto con dinero emitido por la campaña de Rosselló para manejar la crisis, pero dice el reportaje: “Según el informe, el exmandatario consideró que el trabajo de manejo de crisis de Sixto George no fue efectivo, a pesar de los pagos realizados por su comité de campaña. Rosselló Nevares dijo que desautorizó pagos adicionales a Sixto George”. Si hubo un compromiso de que con dinero callarían algunas figuras de entretenimiento, si entregaron dinero a Sixto para ese fin, pues Rosselló terminó ordenando la cancelación de pagos porque no se pudo controlar. Dentro del campo de la especulación, se podría pensar que entonces no hubo pagos a figuras públicas y también que, con toda probabilidad, todo pudo haber sido un invento de Sixto para sacarle dinero a la crisis de Rosselló haciendo falsas representaciones con figuras que ni sabían que sus nombres estaban siendo utilizados.

Bien se ha aclarado que ninguna de las figuras públicas mencionadas son periodistas. No obstante, es notable el intento de arrastrar a la clase periodística proyectándola como la señalada de participar en una estrategia para ayudar a Rosselló a cambio de dinero. ¿Por qué ese intento?

Por lo que dijo Virella: porque nuestro trabajo incomoda y existe una necesidad de neutralizarlo desacreditándolo. No es algo nuevo. En 1787 Thomas Jefferson decía “Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”. Tras convertirse en presidente de Estados Unidos y vivir la fiscalización de la prensa, decía: “Ahora no se puede creer nada que sea visto en un periódico. La verdad misma se hace sospechosa cuando aparece en ese vehículo contaminado”. Antes de ser fiscalizado, la prensa era bella. Luego, cuando él era el fiscalizado, entonces no servía. Hoy, más de 200 años más tarde, es el mismo comportamiento político y gubernamental.

Sin embargo, bien señalaba Aiola que la incomodidad no se limita a gobernantes y políticos. Hace unas semanas la periodista Ivette Sosa fue víctima de unos manifestantes “ambientalistas” en el oeste, quienes pretendían controlar su trabajo y condicionar una entrevista. ¿La razón? Expresaron que no les gustó la cobertura que le brindaron a su manifestación. Le llamaban “baby”, “mi amor” y llegaron a usar una situación personal y ajena a su trabajo para atacarla.

Los antivacunas también la emprendieron en su momento contra el trabajo periodístico porque no estaban de acuerdo con la cobertura que se daba y cómo se daba.

En fin, todos quieren de una u otra manera controlar el trabajo de la prensa para que sus narrativas sean las que predominen y, cuando eso no ocurre, buscan neutralizar el trabajo de la prensa y su fiscalización, en ocasiones con cosas falsas y tergiversadas.

Lamentablemente para esos tergiversadores, ninguno de los mencionados es periodista ni representan a la prensa.

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