En plena discusión del proyecto congresional sobre el plebiscito para Puerto Rico y en el contexto de la conmemoración del colonialismo por consentimiento que supuso y supone la constitución de Puerto Rico, patéticamente, las nuevas voces del PPD unidas al viejo grupo de siempre, calcan y repiten los rehusados trillados argumentos en defensa del actual estatus colonial.
Insisten que la colonia tiene que ser alternativa. No son capaces de reconocer lo indignante de su propuesta, tampoco de que sus históricos “aliados” le han dado le espalda y de que no son alternativa para nosotros ni para la comunidad internacional. Se desprende que realmente son los escaños, las alcaldías y el presupuesto del país su objetivo principal.
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Para verdaderamente resolver nuestro problema colonial es necesario reconocer que no puede ser alternativa la fórmula colonial que ha propiciado la falta de poderes, la imposición de leyes y sentencias federales, las prohibiciones para realizar tratados comerciales con otros países, la imposición de la pena de muerte y la existencia de la ley Promesa y su Junta de Control Fiscal. Es esa fórmula la que ha tenido como consecuencia que el gobierno y la legislatura de Puerto Rico sean, en la práctica, meros espectadores de la toma de decisiones sobre nuestras leyes, sobre el funcionamiento del gobierno y presupuesto del país, sobre la debacle y quiebra económica o de la horrenda dependencia económica y social. Es la que ha contribuido a la ausencia de un verdadero modelo de desarrollo económico, de una patente desigualdad social con sus consecuencias y de la terrible baja de participación en la actividad productiva.
Incluir y votar por la colonia en una papeleta, votar por el ELA, es reafirmar la “esclavitud política”. Es votar por mantener los grilletes, las cadenas, el látigo y la privación de movimientos, acción, derechos humanos y libertad política.
El país está cambiando y hasta desde el otro lado, cada día, las expresiones, las sentencias, los informes y las propuestas se desvinculan de esas posturas. El camino es hacia la descolonización, hacia la transformación, la libertad y la justicia social. Es hora de atrevernos a recorrerlo con firmeza y crecer.