El presidente Joe Biden se reunió el viernes con seis inmigrantes que se beneficiaron de una política instaurada durante la presidencia de Barack Obama que protege a las personas que fueron traídas a Estados Unidos de manera ilegal cuando eran niños.
Biden intenta atraer la atención hacia una reforma a las leyes de inmigración del país, pero es un asunto en el que ha logrado escasos avances en los primeros meses de su presidencia.
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Maria Praeli, una de los inmigrantes que participaron en la reunión, dijo que ella y otros hablaron con franqueza con Biden acerca de lo que les preocupa y de sus temores de que su destino pudiera ser trastocado por la decisión de un tribunal de Texas si es que el Congreso no actúa.
“Nuestras vidas han estado en el limbo demasiado tiempo”, dijo Praeli. Fue traída a Estados Unidos desde Perú cuando tenía 5 años y ahora trabaja como gerente de relaciones con el gobierno en el grupo activista por los derechos de los inmigrantes FWD.us.
La cuestión de la inmigración ha pasado a un segundo plano en gran medida mientras Biden se enfocaba en el combate a la pandemia de COVID-19 y presionaba al Congreso con el fin de que aprobara un enorme paquete para mejorar la infraestructura del país.
Los inmigrantes invitados a la reunión del viernes en la Oficina Oval se han beneficiado del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), instituido en 2012 para regularizar la residencia de estos jóvenes conocidos como “dreamers”. Biden renovó su exhortación para que el Congreso apruebe una ley que regule el DACA y otra que establezca una forma para que 11 millones de inmigrantes que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos puedan naturalizarse, una iniciativa que tiene pocas posibilidades de éxito en un Congreso dividido.
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