Los republicanos más influyentes en Washington mantuvieron el jueves su firme respaldo al presidente Donald Trump y sus acusaciones infundadas de fraude electoral, pero algunos líderes republicanos en otras partes del país se distanciaron del mandatario y expresaron que es momento de que el gobierno trate a Joe Biden como el presidente electo que es.
El gobernador de Nueva Hampshire, Chris Sununu, quien respaldó la reelección de Trump, se convirtió en el más reciente funcionario republicano en decir lo que el mandatario y sus aliados se niegan a aceptar. El gobernador republicano admitió que la ventaja de Biden “aumenta día con día” y que las opciones legales de Trump se están disipando.
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“Joe Biden es el presidente electo, y creo, como la mayoría de los estadounidenses, que prestará juramento en enero”, dijo Sununu a los reporteros al insistir en que no hubo fraude en su estado, en el que Biden ganó fácilmente.
Sus declaraciones significan un marcado distanciamiento de la abrumadora mayoría de funcionarios republicanos que aún se niegan a aceptar públicamente la victoria de Biden. Dicha resistencia ha complicado las labores de Biden de encabezar una transición, al privarlo de los fondos y recursos que generalmente se le otorgan a un gobierno entrante.
Preocupados por las implicaciones de seguridad nacional que significan esos obstáculos, algunos republicanos comienzan a decir que Biden al menos debería tener acceso a reportes de inteligencia a fin de que tenga la información más completa posible sobre las amenazas que enfrenta el país al momento de que asuma el cargo.
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“Pienso — especialmente en cuanto a informes confidenciales — que la respuesta es sí”, dijo el republicano de mayor antigüedad en el Senado, Chuck Grassley. Es un comentario similar a los de los senadores Lindsey Graaham y James Lankford, entre otros colegas republicanos.
Sin embargo, Grassley también dijo que no hay motivo para que Biden tenga acceso pleno de transición, apegándose a una postura adoptada durante las disputadas elecciones de 2000 y que posteriormente fue descrita como una deficiencia de seguridad nacional en los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Los republicanos dispuestos a distanciarse públicamente de los intentos sin precedente de Trump de socavar el proceso electoral siguen siendo una minoría sumamente pequeña. Hasta la tarde del jueves apenas un puñado de los 53 senadores y 5 de los 28 gobernadores republicanos han reconocido a Biden como presidente electo.
Muchos aliados de Trump en Washington no ven un camino hacia la victoria de Trump, pero siguen temerosos de irritar al presidente saliente —o a sus simpatizantes—, en especial con el control del Senado aún por decidirse.
Trump obtuvo un récord de 72 millones de votos en la elección presidencial, cifra que despedazó la marca previa, pero de igual forma quedó cinco millones de votos detrás de Biden. Líderes republicanos creen que necesitan mantener a Trump y a sus simpatizantes contentos e involucrados de cara a la segunda ronda electoral en Georgia, que determinará qué partido logra la mayoría en el Senado federal.
Posiblemente esa sea la razón por la que, a pesar de la abrumadora evidencia del triunfo de Biden, la dirigencia republicana sigue respaldando los señalamientos del presidente incluso en momentos en que pierde un creciente número de impugnaciones.
El líder republicano Kevin McCarthy insinuó el jueves que Biden no necesita de los reportes de inteligencia debido a que Trump podría permanecer en la presidencia el próximo año.
“Él no es actualmente nuestro presidente, no sé si lo sea el 20 de enero, pero sea quien sea recibirá la información”, dijo McCarthy en referencia a Biden.
La victoria de Biden no está en duda. Ha conseguido más de los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ocupar la presidencia.