El príncipe Felipe fue dado de alta del hospital el martes tras ser atendido por lo que el palacio de Buckingham describió como “un problema preexistente”.
Felipe, de 98 años, salió para reunirse con su esposa, la reina Isabel II, y el resto de la familia real británica para las celebraciones navideñas en Sandringham House, el retiro rural de la monarca en el este de Inglaterra.
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Imágenes en vivo emitidas el martes mostraban al príncipe saliendo a pie del hospital y entrando en un vehículo sin ayuda. Vestía de forma elegante, con la corbata anudada, y se despidió de una enfermera al abandonar el centro.
Felipe llevaba en el hospital privado desde el viernes. Su ingreso se atribuyó a una “medida de precaución”.
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El Palacio de Buckingham no entró en detalles sobre la salud de Felipe ni el tratamiento que había recibido, que parecía programado para que pudiera regresar a tiempo para las celebraciones familiares.
Felipe ha sufrido problemas de corazón y otras dolencias, como una infección de vejiga, en los últimos años, y se ha mantenido apartado en gran parte de la vista del público desde que anunció su retirada de labores oficiales en 2017.
La corona indicó entonces que la decisión que no se debía a problemas de salud, sino un reflejo de su avanzada edad.
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El príncipe Carlos dijo el lunes que su padre se encontraba bien, pero sufría problemas relacionados con la edad.
“Cuando llegas a esa edad, las cosas no funcionan tan bien”, dijo.
Se desconocía si el estado de Felipe le permitiría asistir al servicio religioso de la mañana de Navidad, al que suelen asistir la reina y otros miembros mayores de la familia real.
La ceremonia suele verse seguida por un almuerzo familiar en Sandringham y después la emisión del mensaje pregrabado de la reina a Gran Bretaña y los países de la Mancomunidad. Los extractos publicados con antelación revelaban los planes de la reina de admitir que ha sido un año “movido”.