A casi tres años de salir de La Fortaleza como gobernador, Alejandro García Padilla siente que ha llegado la hora de “corregir el récord” sobre lo que fue su administración.
Por un lado, decisiones del Tribunal Federal —como la del resonado caso Sánchez Valle— parecieron dar la razón a quienes por décadas han denunciado que el Estado Libre Asociado (ELA), que García Padilla defendía y defiende, deja a Puerto Rico en una posición de clara inferioridad con respecto a Estados Unidos.
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Por otro lado, por primera vez la isla incumplió con alguna de sus obligaciones con los acreedores, poco después de que el propio García Padilla declaró que la deuda pública era “impagable”.
Y finalmente, como un recordatorio de que ambas crisis —la política y la fiscal— están estrechamente ligadas, el Congreso aprobó la Ley Promesa como mecanismo para sacar a la isla de la quiebra, pero imponiendo una Junta de Control Fiscal con poderes sobre el Gobierno electo. La legislación contó con el apoyo de García Padilla.
Por ello, el libro Vida, patria y verdad, que García Padilla presentó anoche, es el intento del exmandatario de explicar por qué tomó sus decisiones como mandatario.
“Buena parte de la razón de ser del libro es la necesidad de reflexionar sobre temas que todavía vivimos y cuya discusión no ha concluido. Para corregir el récord, para que se conozca la verdadera historia de los hechos que provocaron las decisiones que se tomaron y para invitar al país a repensar dónde deben estar las fuerzas de entonación en la discusión cotidiana”, resumió García Padilla en entrevista con Metro.
En el texto, que se desarrolla en un formato de entrevistas a García Padilla, realizadas por la escritora y periodista Ana Teresa Toro, el exgobernador se sostiene en que el mecanismo de reestructuración de deudas que provee Promesa era la única opción disponible para que Puerto Rico evitara el asedio de las demandas de los bonistas.
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“Me preocupa que la Ley Promesa, que está hecha para proteger al deudor, se use para proteger al acreedor. Con eso quiero decir que el recorte a la deuda sea inferior al que es necesario y en unos años estemos en otro proceso (similar)”, expresó.
Desde el primer capítulo, el tema de lo que representa la identidad puertorriqueña cobra prominencia a partir del diálogo entre el ex primer ejecutivo y Toro. Para García Padilla, independientemente del estatus político de la isla, la puertorriqueñidad prevalece por sobre todo lo demás.
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Toro, por su parte, señaló que la estructura elegida para la elaboración del texto abrió la puerta a ese tipo de discusión, que inevitablemente tiene como trasfondo el eterno debate sobre el estatus.
“En su formato, el libro quiere mostrar un camino al tipo de conversaciones que el país necesita. Conversaciones entre personas de generaciones distintas que tienen unas afinidades y diferencias. Va contra la cultura de la cancelación, de que si no estamos de acuerdo, te cancelo. El libro propone adjudicar diferencias, argumentarlas, pero seguir conversando sobre el país”, expuso la escritora.