Joaquin Phoenix ha sido ampliamente elogiado por su transformador retrato del hombre se convierte en Guasón en la película “Joker” (“Guasón”), que se estrena este fin de semana. Aunque no le gusta hablar de premios, muchos creen que este podría ser el papel que finalmente le dé el Oscar luego de tres nominaciones.
El actor conversó con The Associated Press sobre su proceso de construcción de personaje, por qué no necesariamente quiere dar un manual con los pasos que siguió y la vez que pensó que Robert De Niro iba a arrojarle un cenicero a la cabeza.
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Sobre sentirse inseguro con respecto a sus métodos:
“En parte se siente como algo personal. No sé. Quizá también me siento inseguro y digo ‘no deberían estar leyendo eso, es algo estúpido de leer. ¿Quién estudiaría eso?’ Temo decir algo y que otro gran actor al que yo admire diga ‘este tipo no sabe lo que está haciendo. Esa es una idea terrible. ¿Por qué uno estudiaría eso?’”.
Sobre bajar casi 24 kilos (52 libras) para el papel:
“Una vez que llegas al peso deseado todo cambia. En gran parte lo difícil es despertar todos los días y estar obsesionado por unos gramos. ¿No? Y uno realmente desarrolla como una especie de trastorno. Quiero decir, es raro. Pero creo que lo interesante para mí es que lo que había esperado y anticipado sobre perder peso eran esos sentimientos de insatisfacción, hambre, una especie de vulnerabilidad y debilidad; pero no había anticipado esa sensación de fluidez que sentí físicamente. Sentí que podía mover mi cuerpo de maneras que nunca había podido mover. Y creo que eso realmente aportó al movimiento físico que comenzó a emerger como una parte importante del personaje”.
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Sobre los pasos de baile del Guasón:
“Creo que lo que más me influenció fue (el actor) Ray Bolger… Una canción en especial llamada ‘The Old Soft Shoe’ que él interpretaba y vi el video y tenía una cierta arrogancia rara en sus movimientos y en realidad lo robé casi completamente de él. Él hace esa cosa de levantar la barbilla. El coreógrafo Michael Arnold me mostró montones de videos y yo me fijé en ese en particular. Así es el Guasón, ¿no? Tiene una cierta arrogancia. Probablemente esa fue mi influencia más grande, pero también la música disco”.
Sobre las ventajas de la experimentación:
“Parecía haber infinitas maneras de interpretar cada momento o cómo él se comportaría en cada momento. Y no había nada que no tuviera sentido. Así que hacíamos escenas de muchas maneras diferentes y en algunas lloraba, en otras hacía chistes, en otras estaba furioso y era la misma escena y todas tenían (grosería) sentido, y eso es muy raro. Hay algo realmente emocionante en eso porque te mantiene en este estado de investigación perpetua tratando de encontrar algo nuevo. Y creo que (el director y coguionista) Todd (Phillips) y yo siempre estábamos tratando de sorprendernos el uno al otro con alguna idea. Nunca hubo un momento en el que me sentí completamente relajado y hay algo muy emocionante en eso. Es muy divertido actuar de esa manera. Muchas veces pasa lo contrario”.
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Y sobre las desventajas de este enfoque:
“Por primeras vez en probablemente 25 años vi escenas sin editar. Todd y yo conversábamos sobre las tomas que pensábamos que funcionarían. Pero mi escena favorita, esa que ambos pensábamos que era mi mejor escena por una toma en especial, no está en la película. Es un cliché, pero es como un rompecabezas: si quitas esta escena afecta la siguiente y una toma que pudo ser muy buena ya no funciona. La mejor toma para el final de su diatriba con Murray Franklin (el anfitrión de un programa nocturno interpretado por Robert De Niro) simplemente no funcionó. Era una toma realmente buena por sí sola, pero con todo lo demás no funcionaba. Una toma previa, una que no creía que era muy buena, fue la que funcionó mejor”.
Sobre la insolencia de su personaje hacia el de De Niro:
“Fue una de mis partes favoritas, decir ’Murr-AY’… A Todd también le encantó. Y cuando lo hice pensé: ‘¿Irá a lanzarme De Niro un cenicero encima?’”