Carlos Correa parece resignado a lo inevitable.
Pelotero de los Astros desde que tenía 17 años, Correa está consciente de las altas probabilidades de que su estadía con el equipo expire próximamente —tal vez al mismo tiempo en que termine la aventura actual de Houston en los playoffs.
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“Ésta es mi casa”, comentó. “Pero esto no depende de mí”.
El boricua se convertirá en agente libre al concluir la campaña, y los Astros no parecen dispuestos a ofrecerle lo que otro club seguramente pondrá sobre la mesa.
Ambas partes negociaron antes de esta campaña sin éxito, y el campocorto estelar decidió poner fin a las conversaciones cuando comenzó la campaña, de modo que la situación contractual no lo distrajera de sus responsabilidades deportivas.
De ningún modo ha lucido preocupado en el terreno durante el año. Bateó 26 jonrones, la mayor cifra en su carrera, y lideró a todos los peloteros de posición en la estadística sabermétrica de triunfos sobre reemplazo (WAR), tanto a nivel general con 7,2, como a la defensiva con 2,9.
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Pero en momentos en que los Astros se preparan para comenzar el jueves la serie divisional de la Liga Americana ante los Medias Blancas de Chicago, parece cercano el día en que Correa diga adiós a Houston.
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“Sólo espero que haya una forma de que podamos retener y firmar a Carlos, porque es una parte muy grande de este equipo, no sólo en el terreno, sino como uno de sus líderes”, recalcó el manager Dusty Baker.
El gerente general James Click eludió el martes una pregunta sobre el futuro de Correa.
“Por ahora, estamos concentrados en la postemporada”, enfatizó. “Hablaremos de lo demás cuando sea posible”.
Con su futuro en el limbo, Correa reflexionó sobre lo que este equipo ha significado para él desde su adolescencia. Recordó el día en que los Astros lo reclutaron como la primera selección del draft, y la sensación que tuvo poco después, cuando puso un pie en el Minute Maid Park.
“Simplemente pensé que era como un sueño, y estaba ansioso por jugar”, dijo.
Correa sabía lo que se esperaba de él desde el primer día, y aceptó el reto de ayudar a la transformación de una franquicia que perdió 107 juegos durante el año en que lo seleccionó.
“Cuando te eligen en el primer turno general, creo que tienes la presión de hacer que la organización mejore”, indicó. “Durante el tiempo que he pasado aquí, he cumplido y he hecho algunas cosas por esta organización. Ganar un campeonato fue una, pero también representar a este equipo del modo correcto fuera del terreno. Eso me enorgullece”.
Quizás la única persona cercana a Correa que se muestra optimista sobre su permanencia para el próximo año es el venezolano José Altuve, su compañero y amigo.
El intermedista dice constantemente al puertorriqueño que se encontrará un modo de mantenerlo en las filas de Houston.
“Él no firma los cheques ni negocia los contratos”, aclaró Correa, antes de que una idea le iluminara el rostro. “Aunque sí tiene poder en esta organización, así que veremos lo que pasa”.