Suiza ganó una medalla de oro en el tenis individual de los Juegos Olímpicos. Y quien se la colgó al cuello no fue Roger Federer ni Stan Wawrinka.
Belinda Bencic logró el sábado algo que ninguno de sus dos compatriotas, mucho más famosos, ha conseguido jamás.
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Y advierte que no ha terminado.
Situada en el duodécimo puesto del escalafón mundial, Bencic se impuso a la checa Marketa Vondrousova por 7-5, 2-6, 6-3 en Tokio, para obtener el título más relevante en su carrera. Y este domingo, disputará la final de dobles.
Bencic y su compatriota Viktorija Bolubic chocarán con las checas Barbora Krejcikova y Katerina Siniakova.
“Es increíble tener dos medallas, tener un oro ya y otro que podría decidirse”, comentó Bencic. “Daré toda la energía que me queda”.
Federer y Wawrinka ganaron la presea de oro juntos en dobles, en Beijing 2008. Cuatro años después, en Londres, Federer perdió la final de individuales ante el local Andy Murray en Wimbledon.
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Ni siquiera Martina Hingis, la suiza que inspiró a Bencic para seguir una carrera en el tenis, logró un título olímpico. Su mejor resultado fue plata en los dobles en 2016, con Timea Bacsinszky.
Melanie Molitor, madre de Hingis, fue entrenadora de Bencic en las categorías juveniles.
“Pienso que lo logré por ellos”, dijo Bencic. “Ellos hicieron mucho en sus carreras. No pienso que alguna vez seré capaz de lograr lo que ellos consiguieron. Así que esta medalla va para Martina y Roger”.
Marc Rosset era el único suizo que había conseguido una medalla dorada en individuales dentro de los Juegos Olímpicos, en Barcelona 1992.
Ni Federer ni Wawrinka participaron en Tokio.
El mejor resultado que Bencic había obtenido era la semifinal del Abierto de Estados Unidos en 2019.
Se retiró de la cancha por motivos médicos a la mitad del tercer set. Le fue revisado el dedo gordo del pie derecho, aparentemente por una ampolla.
Sin embargo, volvió y no pareció resentir la molestia.
Cuando una devolución de revés de Vondrousova se fue larga en el segundo match point de Bencic, la suiza se desplomó de espaldas, antes de que la pelota picara siquiera.
“Realmente no sé cómo me funcionó esto”, dijo. “De verdad creí mucho en mí misma”.