Desde las gradas se comenta el desempeño de un deportista, se pasa por el piso su dignidad y, a veces, hasta se ataca su persona sin razón alguna.
Desde las pequeñas ligas, se perpetúa que los entrenadores critiquen con fuerza a sus jugadores alegando que, sin importar cuán alto sea el grito ni la intimidación con la que venga el señalamiento, esa niña o joven progresará porque a cantazo limpio se aprende.
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Estas situaciones, vividas a diario en las canchas de cualquier deporte, son parte de un entramado de comentarios conocidos como las microagresiones. Recientemente, el Centro para la Aplicación y el Estudio de la Psicología Deportiva (CAEPD), adscrito al Departamento de Educación Física (EDFI) de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, celebró el evento “Desde la indefensión hasta el empoderamiento: micro-agresiones, violencia y fortaleza mental en el deporte”. Y hubo mucha fortaleza.
Antes de que la doctora y especialista en hostigamiento sexual en el deporte, Enid Rodríguez Nogueras, tomara la palabra y especificara las problemáticas en torno a las microagresiones, la atleta olímpica Ineabelle Díaz recordó cómo su carrera se vio afectada, precisamente, por un hostigador sexual.
Díaz, miembro del Salón de la Fama del Deporte Puertorriqueño, utilizó la incómoda experiencia que tuvo con un entrenador de taekwondo en 1993, justo después de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Ponce, para reconocer que sus mayores batallas ocurrieron fuera del ring.
Con todo y que Díaz acudió a los foros pertinentes para denunciar el hostigamiento, en 1998 se enteró que esa persona era presidente de la Federación de Taekwondo de Puerto Rico. Con el panorama en su contra, la ahora cinco veces medallista centroamericana tuvo que “cambiar el chip” y mandar un mensaje claro desde el ring.
“Era mi única manera porque aun en los tribunales, aun con todas las cosas que pasaron… No fue por eso que me dieron la razón. En el transcurso sí tuve un apoyo, pero ¿por qué lo tuve? No fue porque creyeran lo que yo dije, era porque ’la nena tenía resultados y queríamos que siguiera teniendo resultados'”, añadió la también miembro del Salón de la Fama Internacional del Taekwondo.
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“No se queden callados. Cada vez que yo hablo del tema, eso es lo que me ha hecho sanar. Aprendí a perdonar y puedo salir con mi frente en alto y caminar por la calle y ser feliz”, resaltó la medallista panamericana.
Por su parte, Rodríguez Nogueras precisó lo normalizadas y neutralizadas que están las microagresiones en el deporte.
“En el área del deporte, desafortunadamente, nosotros buscamos [un tipo de atleta] y discriminamos. Porque ya tenemos unas características, un check list. Las microagresiones, aunque nosotros no las vemos, están ahí totalmente neutralizadas. […] Nosotros mismos somos los que mantenemos, desarrollamos, cultivamos y nutrimos la violencia”, comentó una de las fundadoras del CAEPD.
La experta en el tema fue más allá y explicó que, en las microagresiones, es que se expresa lo que el individuo realmente piensa sobre una persona o un grupo de personas.
Rodríguez Nogueras utilizó de ejemplo la prepotencia y machismo que un entrenador de baloncesto mostró cuando se dirigió hacia su equipo femenino así: “Ustedes tienen que hacer lo que yo diga. Si les digo que se pongan en cuatro, tienen que ponerse en cuatro”.
“Se reconoce que las microagresiones por tiempo prolongado tienen unos efectos en la salud del individuo, en el componente mental, en cómo ese individuo se concibe y se autoevalúa y en la autoestima”, aseguró.
Pero, ¿cuáles efectos? La profesora de EDFI en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) explicó que, al el ser humano desenvolverse dentro de un ambiente de violencia e invalidación, los resultados son numerosos. El retiro temprano de un atleta, pobre cohesión con el equipo y pobre comunicación entre las personas son unos pocos de lo que puede causar recibir continuamente esta violencia.
Para lidiar con esta problemática en el deporte, la educadora recomendó comenzar por aceptar que hay violencia presente para poder autoconcienciarnos.
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De la mano con esto, es fácil recordar los comentarios que continuamente recibe el jugador Ricardo “Ricky” Sánchez, parte de la selección nacional de baloncesto que este fin de semana se jugará la clasificación al Mundial FIBA 2o19. También, el acoso que llegó a recibir el exnacional Peter John Ramos por su apariencia física.
Ante esto, el especialista en psicología deportiva Fernando Aymat analizó el comportamiento que tienen los fanáticos en los eventos deportivos.
“Creo que llevamos décadas arrastrando una cultura en las canchas de que el fanático siente que, porque está pagando, tiene derecho a gritar lo que quiera. Esto se escuda dentro de dar ánimo y ponerle presión al otro y dentro de actitudes que son agresiones, pero que el fanático piensa que tiene derecho a hacerlas”, opinó.
“Eso es lo que, inconscientemente, piensa este fanático que se atreve a gritarle lo que sea al jugador”, añadió.