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Opinión de Alejandro Figueroa: El precio de no hacer nada

Lee la columna de opinión del abogado estadista, Alejandro Figueroa.

A principios de año, los demócratas sabían que tenían una oportunidad única de realizar un cambio transformador. Con el control de la Casa Blanca y el Congreso, reunieron programas ambiciosos destinados a abordar décadas de inacción en el cuidado de los niños, las licencias de en el empleo, la pobreza, la vivienda, el clima, y atender las lagunas en nuestro sistema nacional de atención médica, en un solo paquete.

Esos sueños han encallado en unos pocos legisladores demócratas que se resisten a dar paso a las medidas legislativas impulsadas por la Casa Blanca. Los senadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema han insistido en una reducción en el gasto público en estas iniciativas, aun si el gasto se compensa con mayores recaudos. Manchin está imponiendo su criterio sobre las prioridades demócratas, pero insiste en que es en nombre de la responsabilidad fiscal, de no incurrir en un gastos desmedidos para el gobierno.

Cuando el presidente Biden publicó una propuesta con un enfoque reducido destinado a apaciguar a los centristas, Manchin se negó a firmar aludiendo a su preocupación por “el impacto que tendrá en nuestra deuda nacional, nuestra economía y el pueblo estadounidense”. Más recientemente, Manchin ha señalando que quiere reducir aún más el gasto que implica el paquete legislativo de su partido debido al aumento de la inflación, a pesar de que se argumenta que el gasto se distribuirá durante una década y no tendrá ningún impacto en los aumentos de precios de hoy, mientras que eventualmente ayudará a aliviar el presupuesto familiar.

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Lo que el Senador Manchin parece no tomar en cuenta es que Estados Unidos ha estado asumiendo enormes costos por no hacer estas cosas y continuaría incurriendo en ellos si no hace lo suficiente para atender los problemas sociales que enfrenta en este momento. La inacción tiene su propio precio. Lo pagamos en forma de potencial humano abandonado. Lo pagamos en forma de menor productividad y menor fuerza laboral, de una economía que no funciona a su máxima capacidad. Y también lo pagamos en vidas humanas. Estas son consecuencias muy reales. Ignorar este lado del cálculo y concentrarse únicamente en cuánto se gasta es, como mínimo, ser ignorante y, en el peor de los casos, cruel.

Estados Unidos tiene una tasa de pobreza infantil excepcionalmente alta. Al no ofrecer a los padres más apoyo en los primeros años, pagamos un costo enorme. Dar a los niños más recursos cuando son pequeños resulta en menos muertes infantiles, mejor salud, vidas más largas, menos interacción con el sistema de justicia penal y mayores ingresos. Esos resultados son de vital importancia en la vida de cada niño en particular, pero también son importantes para todos: toda la economía se beneficia de un menor gasto en atención médica y pagos de impuestos más altos por parte de personas más saludables y productivas.

Lo contrario, por supuesto, también es cierto. Si no brindamos a los niños los recursos que necesitan para prosperar, incurrimos en los costos debido a una salud deficiente y un potencial reducido. Los niños llevan la carga de ingresos más bajos y vidas más cortas. Una forma de invertir en los niños y, al mismo tiempo, en sus padres, es garantizar que las familias puedan tener seguridad y costear un cuidado infantil y una educación temprana de alta calidad. Numerosas investigaciones han demostrado que se pueden obtener enormes recompensas para el desarrollo de los niños a partir de una educación temprana universal sólida, logros que los acompañan a lo largo de sus vidas.

Los ancianos también merecen tener un seguro para cuidar de todo su cuerpo, incluidos los oídos, los ojos y los dientes. La mayoría depende de Medicare para su seguro médico, pero no cubre tratamientos dentales, de la vista o auditivos. Si se ampliara para cubrir esas partes del cuerpo, se estima que se beneficiarían 62 millones de personas mayores. Pero el marco de trabajo de Biden solo incluye beneficios de audición. Sin una expansión completa, los estadounidenses mayores que no pueden pagar una cobertura privada sufrirán con los dientes podridos y el deterioro de la vista.

Medio vaso de agua siempre es mejor que uno vacío. Pero los demócratas corren el riesgo de desperdiciar la oportunidad de mostrarle al país lo que pueden hacer con uno completo al poner a trabajar a sus escasas mayorías haciendo todo lo posible para ayudar a los estadounidenses que luchan día a día contra viento y marea por un mejor futuro. Tienen la oportunidad de crear un país más saludable, feliz y productivo.

Los detalles del paquete legislativo seguramente cambiarán a medida que continúen las negociaciones. Habrá una inmensa presión para que los legisladores reduzcan sus ambiciones en nombre de la responsabilidad fiscal. Pero no hay nada responsable en permitir que se atrofie el potencial de más niños, mantener a las mujeres alejadas de su potencial económico completo o permitir que la salud de las personas se vea perjudicada y sus vidas se trunquen. El precio de no hacer nada es más de lo que podemos pagar.

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