Thomas Rivera Schatz manifestó hace poco que si Wanda Vázquez no puede o no quiere cumplir su labor como secretaria de Justicia, y si no puede ejercer una sola vara en la investigación de los vagones, debe renunciar.
El presidente del Senado también le sugirió a la empresa KOI —rica en contratos del Gobierno, pero pobre en premios de creatividad— que le dé trabajo a la secretaria, pues “quizás allí funcione” porque “dedica más tiempo a las redes sociales y a los comunicados de prensa que a su responsabilidad” al mando de Justicia.
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“Deje el faranduleo”, le tuiteó el senador a la secretaria. Todo esto un viernes tarde en la noche.
Vázquez respondió en un comunicado oficial de su agencia que Rivera Schatz le faltaba a la verdad y que pretendía “tergiversar” los hechos que rodean a los vagones repletos de suministros, de los cuales —la verdad sea dicha— todavía se saben pocos detalles.
Lo que sí se sabe hasta el momento es esto: hace un mes, Radio Isla descubrió en los predios de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) un vagón repleto de suministros dirigidos a los damnificados de los huracanes de hace un año. El 10 de agosto, Vázquez dijo que no había nada que investigar porque bastaba un comunicado de prensa emitido por la Guardia Nacional, en el que, según la secretaria, se “aclaró el asunto”.
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“Res ipsa loquitur” concluyó entonces la secretaria en su tuit. Esa frase en latín —popular entre los abogados— significa que la cosa habla por sí misma.
La cosa, lamentablemente, habló por sí misma.
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Al día siguiente, Metro reseñó cómo los medios estadounidenses más influyentes —incluidos The New York Times, The Hill, CBS News y Newsweek— destacaban el mal manejo de los suministros. Después de todo, una porción considerable de las ayudas a Puerto Rico llegaron de donaciones de residentes de los estados.
Pero la novela de los vagones solo comenzaba.
El 17 de agosto, la Policía halló cinco vagones repletos de suministros en un solar de Toa Alta perteneciente a Carlos San José Reyes, apodado “Candelas”, empleado del Gobierno y donante de Ricardo Rosselló. El comisionado de la Policía de Toa Alta le dijo a Metro que tenían confidencias de que ya se habían sacado varios otros vagones, algunos de ellos en camiones privados y otro en un vehículo militar. El 21 de agosto, se encontró otro vagón en la concurrida PR-10 de Utuado. Es como si los vagones se estuvieran tratando de escapar solos o tuvieran vida propia, pues nadie los reclama ni se sabe cómo llegan a Toa Alta o a Utuado.
Es entonces que FEMA reconoce en una conferencia de prensa que “extraviaron” 12 vagones. A mí se me han perdido mis espejuelos y mis llaves, pero perder un vagón de 50 pies que pesa varias toneladas no es cosa fácil. Perder una docena es toda una hazaña.
El secretario de la Gobernación, Raúl Maldonado, dijo el 23 de agosto que unos contadores auditarían el asunto de los vagones perdidos. Si pudiera usar emojis aquí pondría el del muñequito que se encoge de hombros, pues no tengo idea qué harán unos CPA con los vagones perdidos.
El 29 de agosto, entró en escena uno de los personajes más escurridizos y misteriosos de la novela. Se llama Jonathan Tossas, es capitán de la Guardia Nacional, presidente del PNP en Utuado y excandidato a la alcaldía de ese pueblo. Según el actual presidente de la CEE, fue el capitán Tossas quien estuvo a cargo de mover los vagones de la CEE.
Los comisionados populares e independentista en la CEE dijeron en Jugando pelota dura que votaron para que se investigara el rol de la agencia en el almacenamiento y la seguridad de esos vagones, y ambos indicaron que Norma Burgos tiene la clave de varios de estos misterios. Pero Burgos, comisionada del PNP, no quiere que se investigue nada.
Quizás la secretaria de Justicia tenga razón: la cosa habla por sí sola.