En días reciente se anunció la nueva alianza política entre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana. Ambos partidos estarán apoyándose en las contiendas principales de las elecciones 2024, incluyendo ocho alcaldías.
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A pesar del claro desinterés del pueblo puertorriqueño en continuar bajo la influencia del bipartidismo PNP y PPD y bajo la corrupción, tenemos que detenernos a analizar de manera sensata esta alianza y qué representa para Puerto Rico, para nuestro poder en la región caribeña y para nuestra relación con el gobierno de los Estados Unidos.
No es secreto que la mayoría de los candidatos dentro del Movimiento Victoria Ciudadana y dentro del Partido Independentista Puertorriqueño se alinean con la ideología independentista y muchos otros con el socialismo y agendas populistas. Recientemente vimos cómo en Argentina le dieron la espalda al populismo y al peronismo de Sergio Massa para elegir como presidente a un candidato libertario y enfocado en la recuperación económica del país, Javier Milei. Similar a Argentina, Puerto Rico está atravesando por un proceso de quiebra y, a través de este, está buscando acceso a mercados capitales con tasas de interés razonables y establecer presupuestos balanceados por varios años consecutivos según requiere la ley federal PROMESA. Todo este proceso ha traído medidas de austeridad duras pero consideradas necesarias para recortar el gasto público y poder cumplir con obligaciones tales como pensiones a empleados retirados luego de décadas de manejo ineficiente de nuestras arcas públicas.
En medio de esta crisis económica, debemos preguntarnos ¿quién verdaderamente se beneficia con una alianza de corte populista como la que nos presenta el PIP/MVC? De por sí, llamarla “Alianza de País” es dirigir la atención de los electores a la ideología que verdaderamente apoya la alianza: la independencia, un “País” soberano. Una cosa es querer combatir la corrupción y el bipartidismo y otra cosa es querer combatirlo con medidas de corte socialista y populista e impulsando la agenda minoritaria de la independencia para Puerto Rico. Esta alianza política o “candidaturas coaligadas” ya tuvo su revés en los tribunales por considerarse un proceso político complicado cuya determinación no estriba en la rama judicial, sino en una reforma electoral incoada por nuestra rama legislativa.
Mas allá de lograr acuerdos para compartir las candidaturas, aún no se conoce cuál será la plataforma de gobierno compartida de esta Alianza. Lo único que sabemos es que acordarán un programa mínimo en común con elementos de La Agenda Urgente de MVC y otros elementos del plan Patria Nueva del PIP. También nos dicen que incluirán la propuesta de descolonización vía opciones no coloniales ni territoriales. La alianza a nivel electoral se podría considerar una propuesta viable para aquellas personas a quienes les interesa resolver el estatus político de Puerto Rico a través de la independencia, según el PIP, o no ven el estatus como un asunto que afecta otras áreas de política pública según la posición del Movimiento Victoria Ciudadana. Las personas que de por sí tenemos como norte el resolver el estatus político a través de la estadidad no nos podemos dejar engañar por este meollo electoral disfrazado de “alianza” ni mucho menos dejarnos engañar con otros partidos que no asumen postura en cuanto al estatus político de la Isla (como, por ejemplo, Proyecto Dignidad).
Si esta alianza logra un porciento considerable de votos electorales nos veo aún más lejos de lograr la estadidad. A los electores estadistas mi llamado es a estar alertas ante este nuevo fenómeno político con claros visos separatistas en un esfuerzo por salvaguardar nuestra relación con los EE. UU., nuestra ciudadanía norteamericana y nuestra democracia.