Hay dos formas de visualizar el trabajo. Una es que el trabajo dignifica y que mientras más trabajes, mayor probabilidad de adquirir lo que deseas, sin depender del gobierno. Al igual, tienes menos probabilidades de pasar necesidades en un futuro. La otra visión es que el trabajo dignifica, pero mientras menos trabajes mejor, porque la verdad es que es más cool ganar dinero esfozándose lo menos posible. El Proyecto del Senado presentado por la senadora Ana Irma Rivera Lasén y que busca reducir la jornada laboral, pero dejando la misma compensación semanal o quincenal, la ubico en la segunda visión que expongo.
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Dice una canción de El Gran Combo, en la voz de Jerry Rivas: “Yo me levanto por la mañana, me doy un baño y me perfumo, me como un buen desayuno, y no hago más na’, más na’… oye compay usted sabe lo que es estar en un sillón mece que te mece, esperando a que lleguen los cupones, el “welfare”, y el seguro social ...así cualquiera”. Muchas canciones no nacen de la nada. Retratan aspectos de la vida, historias y comportamientos. Esa canción, que no deja de ser un tema divertido y gracioso, retrata la realidad del pensamiento y la cultura de un sector, aunque no de la población en su totalidad.
En el año 2009 se estableció la Ley 7 en la isla, medida que buscaba reducir la plantilla laboral del gobierno. El pueblo, una vez más, fue utilizado como carnada en la campaña para evitar que se implantara dicha ley. “Se van a afectar los servicios del gobierno al pueblo, a los pobres, a los desventajados…”, era el reclamo. Saben muy bien por dónde apretar el botón del pánico y cómo activar el miedo en la ciudadanía. No estoy adjudicando si fue la decisión correcta o incorrecta, estoy estableciendo las bases para que usted vea la gran contradicción, por no decir hipocresía.
El argumento en aquel momento era que se necesitaban los empleados públicos en sus puestos, que no se podía tocar nada porque “‘el pueblo tal”, “la ciudadanía lo otro”, etc. Hoy presentan una medida que quita horas de servicio de empleados públicos en sus puestos. ¿Y el servicio al pueblo? ¿Se les olvidó?
Hay dos formas de implantarlo y ambas afectan al pueblo. La primera es cortar el mismo día de trabajo a todos los empleados públicos. ¿Beneficio para la ciudadanía? Ninguno, porque tendrían un día menos de servicio y las oficinas cerradas, como lo están los fines de semana. La otra forma de encajarlo es una parte de los empleados con “X” día adicional libre y la otra parte de empleados con el día “Y” libre. Ahí le afectarían, no uno, sino dos días de servicio al pueblo porque estarían operando esos dos días “a medio pocillo”.
Esta propuesta para beneficio del pueblo, no es. ¿Cómo recabarán apoyo de la ciudadanía para que respalden que les cierren las puertas del servicio y les den más días libres a los empleados públicos? ¡Fácil! Anunciarles que luego van tras el sector privado y que ellos disfrutarán, eventualmente, de trabajar menos, porque recuerde que, en esa filosofía, mientras menos trabaje mejor, porque el trabajo da alergia.
Pienso que esta legislación está enajenada de la realidad. La solución a la falta de empleados, ¿es que los que quedan trabajando trabajen menos? Mentalidad de quien no ha administrado ni un carro de piraguas. Claro, el planteamiento es que la gente no quiere trabajar porque están mal pagos. He visto restaurantes que han ido escalando la oferta del rate por hora porque no le llegan personas. Aún aumentando hasta $11.00 o $12.00 la hora, muchas personas no quieren trabajar. El vago es vago a $7.25 y sigue siendo vago a $15.00 cuando empiezan un trabajo, y a la hora de almuerzo o al culminar la semana se va y no regresa; o cuando con cualquier compensación “patea” sus tareas. Claro, el discurso en un caso así en ese sector es que $15.00 tampoco es tan atractivo, y no es porque no lo sea, es porque es parte de un discurso agendado. Luego dirá que $20.00 la hora tampoco da y así sucesivamente.
Aquí hay cadenas norteamericanas que pagan desde $11.00 hasta $15.00 la hora. Entonces critican que no dan a sus empleados 40 horas. ¿En qué quedamos? ¿Quieren que trabajen más horas o que trabajen menos horas? Es que el discurso se amolda dependiendo a quién quieran dirigirlo. Una cadena norteamericana que paga más el rate por hora es una villana porque da menos horas, pero la legislación que busca bajar la jornada laboral es fantástica. De nuevo, ¿en qué quedamos?
Esta legislación luce estar revestida de populismo, que es la estrategia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo con la intención de atraer a las masas populares. Es una medida atractiva que busca congraciar al electorado, y lo digo por las contradicciones planteadas sobre cómo cambian los discursos. Sin embargo, tiene cero probabilidad de convertirse en ley. Aún pasando el crisol de un gobernador que también quiere cazar votos, tiene que pasar por la Junta de Supervisión Fiscal. Los proponentes saben que no hay break… pienso, pero es buena estrategia electoral.
En la isla se tiene la mentalidad de que si usted tiene un negocio, por default es un billetudo y que si cuestiona los aumentos de salario en una economía frágil, entonces es un verdugo, explotador y patrono abusivo. Nuevamente, mentalidad de quien no ha administrado ni un carrito de piraguas, que no tiene noción de lo que es administrar un negocio y que entiende que sus intereses van por encima de la consideración de si un negocio quiebra o no.
Lo mismo que le afecta a usted le afecta a los comerciantes y empresarios. De hecho, la palabra empresario tampoco quiere decir que es multimillonario. Sí, los hay grandes, pero también medianos y pequeños. Por ejemplo, el costo energético para un negocio es mucho más alto que el costo del KWH (Kilovatio-hora). Todo impacta a los negocios, y pretender reducir la jornada laboral con la misma compensación semanal o bisemanal es como ponerse a jugar desmontando un reloj suizo que luego no va a saber cómo rayos volver a montar.