Opinión

La moral y la ética

Lee aquí la columna del representante del Partido Popular Democrático.

Jesús Manuel Ortiz | Columnista

Esta Semana Mayor ha sido una muy especial para mí. A diferencia del año 2020, esta Semana Santa me encuentro sumido en medio de una campaña a la presidencia de mi partido a casi treinta días de esta elección especial. Por lo regular, a principios de cada semana hago un compendio de los temas que se discuten en el país y escojo alguno en el que sienta la necesidad de comunicar mi posición a través de este formato de columna de opinión.

PUBLICIDAD

Dado a la cercanía de nuestra elección especial, hoy bien pudiera hablarles de mis propuestas para renovar el PPD, de mi Plan de Gobierno Institucional o de nuestra obligación como nuevos líderes en atender las exigencias de nuestra base y las aspiraciones del país. Sin embargo, tenemos que reconocer que la política, aunque suele acaparar la mayoría de nuestro quehacer diario, nunca puede estar enajenada de nuestras convicciones éticas y religiosas. Nuestra fe cristiana nos hace respetar los procesos, actuar con responsabilidad y ser honestos y empáticos ante la necesidad de nuestros representados. Siempre he recalcado que en la política hay que ser firmes pero sensibles ante las dificultades que vive el país. Esta reflexión la debemos hacer todos los días.

Como funcionarios electos, nuestras determinaciones tienen que ser justas y equitativas en aras de devolver la confianza a nuestros ciudadanos en sus instituciones gubernamentales. El país debe tener amplia certeza de que, ante el inescrupuloso que pretenda comprar nuestra dignidad, tendremos la fuerza moral y ética para no doblegarnos.

Es por esto que hoy quiero recordar a la actual clase política, y a todos aquellos que sientan el deseo de unirse, que jamás podemos olvidar a quiénes nos debemos. Hay que ser empáticos con la gente y aferrarse menos a las posiciones que con mucha honra nos otorga el elector con su voto. Tengamos muy claro que esa confianza de la gente refleja su esperanza en tener una mejor calidad de vida para los suyos. La ambición y el abuso de poder es una violación a la confianza que nuestros electores nos otorgan con su voto. Que nadie olvide eso.

Más columnas de Jesús Manuel Ortiz

Tags

Lo Último