Opinión

Biden de cara al 2024

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Alejandro Figueroa | Columnista

El presidente Biden enfrenta tres grandes retos de cara a una campaña de reelección que se espera que anuncie pronto. Su discurso sobre el Estado de la Unión tenía como objetivo atender dos de esos tres y, a juzgar por la reacción inicial, es posible que lo haya logrado.

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Reto #1: incluso en su propio partido, un número significativo de votantes no cree que Biden haya logrado mucho.

Reto #2: en general, los votantes se preocupan por la salud y la estámina del presidente de 80 años, el mayor en ocupar el cargo en la historia de la Nación.

Reto #3 (problema no parece tener una solución factible): en estos tiempos en que la polarización partidista ha llegado a niveles nunca antes vistos, la mitad del país, por su afiliación al partido republicano, no favorecerá al incumbente independientemente de lo que haga. Durante las últimas seis elecciones presidenciales, solo una, la reelección del presidente Obama en 2012, presentó un margen de voto popular superior al 5%; otra contienda reñida en 2024 parece casi inevitable.

Ganar en ese entorno no deja mucho margen de error. Un presidente necesita mantener el apoyo de la gran mayoría de su propio partido y ganarse la parte relativamente pequeña pero crucial de votantes que oscilan entre los dos lados.

Un gran discurso el pasado martes no puede rebatir todos los retos, pero podía ser un buen primer paso en la dirección correcta abriendo el camino hacia la campaña de la reelección, especialmente entre los miembros del Partido Demócrata. Y aquellos que vieron, así como la audiencia más grande que verá fragmentos reseñados por distintos medios en los días siguientes, presenciaron lo que muchos ponían en serias dudas: un evento que se desarrolló sin mayores problemas.

Biden, que ha tenido problemas con la tartamudez desde la infancia, tropezaba de vez en cuando, como siempre. Pero estuvo al mando del podio durante más de una hora, esquivando los abucheos ocasionales de republicanos como la representante de Georgia Marjorie Taylor Greene y ofreciendo una lista de propuestas no partidistas (luchar contra el cáncer, tomar medidas enérgicas contra las llamadas junk fees, ayudar a los veteranos) que a veces provocó gestos de apoyo del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy (R-Bakersfield), sentado justo detrás de él.

Con al menos una docena de llamados al bipartidismo, que incluían dos amenazas de veto directo, una contra cualquier prohibición del aborto y la otra contra los esfuerzos para derogar la Ley de Reducción de la Inflación aprobada el año pasado, Biden buscó presentarse como el adulto maduro que supervisa un Congreso rebelde.

Aún así, es importante no exagerar el impacto que puede tener su desempeño durante la noche del martes: los recuerdos de un solo discurso se desvanecen rápidamente.

Y los desafíos que enfrenta Biden siguen siendo significativos. Dentro de su propio partido, los votantes se han mostrado tibios, en el mejor de los casos, con respecto a la idea de un segundo mandato. En una encuesta reciente de Prensa Asociada solo el 37 % de los demócratas dijeron que querían que volviera a postularse. Entre los independientes, solo el 12 % estaba a favor de la candidatura de Biden.

Pero la reacción a su discurso del martes ilustra que, a pesar de los problemas que enfrenta, Biden sigue teniendo la capacidad de unificar a su partido y llegar a una porción significativa de votantes independientes. Esa es una de las principales razones por las que Biden tiene muchas posibilidades de ganar un segundo mandato. También se beneficia del riesgo al que se enfrentan los republicanos: una primaria divisiva en la que el expresidente Trump amenaza con no apoyar al partido si alguien más se convierte en su candidato.

Sin embargo, la mayor ventaja potencial para Biden es la posibilidad de una mejora económica significativa durante los 21 meses entre ahora y las próximas elecciones. La inflación ya ha estado en declive durante meses, y el informe de empleo de la semana pasada mostró que el desempleo cayó a la tasa más baja en más de 50 años. “Yo diría que el plan económico de Biden está funcionando”, dijo el presidente después de que se publicaron esos números.

Hasta ahora, la opinión de los votantes sobre la economía sigue siendo mucho más negativa que las estadísticas oficiales, pero los demócratas esperan revertir ese escepticismo. Si las tendencias actuales continúan, es muy posible que parte de ese escepticismo se desvanecerá.

Sin embargo, para aprovechar al máximo cualquier buena noticia económica, Biden necesita persuadir a los votantes de que ha implementado políticas importantes. Hasta ahora, no los ha convencido.

Biden y sus ayudantes cuestionan con vehemencia la idea de que el presidente ha logrado poco o nada, presentando una lista de logros en cada oportunidad: el proyecto de ley de infraestructura bipartidista que inyectará $ 1.2 billones en la reparación de carreteras, puentes y sistemas de transporte, la mejora de los sistemas de agua para eliminar las tuberías de plomo y realizar otras mejoras; esfuerzos para combatir el cambio climático; legislación para reducir el precio de los medicamentos recetados para los estadounidenses cubiertos por Medicare; y medidas de atención médica que han abaratado los seguros para millones de estadounidenses de ingresos medios.

Los funcionarios de la administración argumentan, con considerable justificación, que sus victorias se han visto ahogadas por el estruendo de la guerra partidista en Washington y por la cobertura de los medios que se enfoca en el conflicto más que en los resultados. Sin embargo, también es cierto que gran parte de esa nueva legislación aún no ha tenido un impacto directo en la vida de los estadounidenses. La ley de infraestructura, por ejemplo, se desarrollará durante la próxima década. El plan para reducir los costos de los medicamentos para las personas mayores comenzará este año, con un tope de $35 en el costo de la insulina, pero las reducciones de precios en una gama mucho más amplia de medicamentos no comenzarán a implementarse gradualmente hasta 2026.

Enfatizar sus logros ha sido uno de los objetivos principales para Biden desde que terminó la campaña de mitad de término. El listado de lo que consideran logros formó la mayor parte de la primera mitad del discurso del martes, lo que subraya lo crucial que es para Biden convencer a los estadounidenses de que ha logrado victorias. Hacerlo es importante para aumentar el entusiasmo entre los demócratas, que quieren ver un movimiento hacia objetivos progresistas, y para ganarse a los independientes, a quienes no les gustan las disputas partidistas.

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