La corrupción es como un glitch en la programación humana. Por mejor que sea el sistema de gobierno, hay que trabajar de continuo para evitar el surgimiento de esta falla, no meramente esperar a que surja para corregirla, sobre todo porque conlleva altos costos en los servicios públicos y la actividad económica para las sociedades. Este glitch humano, por supuesto, ocurre en unos casos por unas razones y en otros por otras. Por excelente que sea un sistema de gobierno humano, tendrá este problema en mayor o menor grado. El propósito de un buen gobierno debe ser estudiarlo, comprenderlo, para tenerlo siempre en el menor grado posible.
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De los sistemas de organización política que se conocen, la democracia ha demostrado ser el más efectivo para combatir el tema de la corrupción. Está bien demostrado que, a mayor el grado de democracia, menor el grado de corrupción pública y social. En aquellos sistemas democráticos donde la democracia es mejor y más perfecta, es mucho menor el grado de corrupción. Lo contrario es también correcto: los sistemas que no son democráticos son inherentemente corruptos. En las colonias, igual que en las dictaduras y los regímenes autoritarios, es donde más corrupción ocurre. Importa mucho no confundir los actos electorales con la democracia. En algunas colonias, igual que en muchos regímenes autoritarios y dictaduras, existen ejercicios electorales, pero quienes se escogen en nombre de la voluntad del pueblo actúan según la voluntad del colono o la del régimen o dictador. Los puertorriqueños, residentes de una antigua colonia, vivimos sumergidos en esta confusión entre elecciones y democracia, y aunque tal vez podamos hablar de un “espíritu democrático” creado en Puerto Rico como forma de negar la colonia, es un mero espíritu, no una concreción.
Los países que han logrado disminuir sus niveles de corrupción significativamente lo han logrado gracias a su capacidad de identificarla y castigarla, pero más importante todavía, por su capacidad de evitar que penetre el sistema. En Puerto Rico existe una amplia legislación anticorrupción concentrada en castigar al corrupto cuando se identifica, si se identifica, pero existe una casi ausencia total de medidas para evitar que llegue la corrupción al gobierno. Desde luego, poner en acción estas medidas, que implican un acercamiento multifacético, desde muchos ángulos, holístico como llamamos hoy, que requieren, primero que nada, cortar el nudo gordiano de la colonia. Y esto es así porque para atajar este problema se requiere soberanía, y se requiere la redacción de una nueva constitución y la creación de un nuevo sistema de gobierno que contenga en su estructura misma las salvaguardas anticorrupción que requiere un sistema verdaderamente democrático.
Lo primero que hay que atender es el asunto de la Rama Judicial, la cual debe ser totalmente independiente de las demás ramas del gobierno. La rama ejecutiva dejará de nombrar jueces y fiscales y la legislativa dejará de ratificarlos. Se establece un colegio de jueces que se encargan de todos los nombramientos de la Rama según criterios de exámenes y méritos profesionales, creándose una verdadera carrera judicial y de fiscales.
El servicio público debe regenerarse según estrictos criterios de mérito, no por favoritismo o amiguismo. Toda plaza disponible debe ser ampliamente difundida, y su adjudicación debe ser por examinación a la nota más alta. Quedan estrictamente prohibidas las organizaciones políticas dentro del gobierno. El servicio público debe tener en la sociedad puertorriqueña del futuro un prestigio de los más alto, allá con los maestros y los jueces, siendo sus miembros el primer muro de contención a la entrada de la corrupción en el gobierno.
Siendo una de las principales puertas por donde se cuela la corrupción, el sistema electoral del futuro ha de ser totalmente independiente de los partidos, dirigido y administrado por un tribunal electoral de jueces o fiscales del nuevo sistema judicial no politizado. Asimismo, debe ponérsele un freno absoluto al dinero privado dentro de las campañas, imponiendo un sistema público de financiamiento de campañas, limitando el costo de éstas mediante imposiciones de servicio público a los medios de comunicación, periodos electorales reducidos, etc. Esto obligará a los candidatos a puestos públicos a buscar voluntarios para sus campañas porque creen en sus ideas, no porque les pasan un chavitos y después les prometen un puesto en el gobierno.
De igual forma, debemos regresar al legislador ciudadano, prohibir el nepotismo cruzado y limitar el tiempo en los puestos electivos, atajando de esta forma la posibilidad de que surjan carreras políticas. La contraloría y la oficina de ética gubernamental contarán con fiscales que podrán llevar los casos de corrupción directo al Tribunal. Sobra decir que aquellos funcionarios convictos por corrupción quedan inhabilitados de por vida a trabajar en el servicio público, y aquellos ciudadanos privados implicados quedarán de por vida vedados de hacer negocios con el gobierno. Por último, y no menos importante, está el tema de inculcar mediante la educación pública los valores de decencia, rectitud y amor por lo propio, que son la base de todo buen futuro colectivo. El glitch de la corrupción humana es meramente eso, un glitch, no es un error en la programación completa.