El presidente Donald Trump exige una lealtad inquebrantable de sus ayudantes y aliados. Requiere que sigan órdenes y no lo traicionen, sin importar las circunstancias. Durante cuatro años, el vicepresidente Mike Pence le dio al presidente exactamente eso. Ejecutó sin vacilar la visión de Trump y se mantuvo a su lado, incluso cuando la indignación y el escándalo desgarraron su administración. Pero cuando Trump instó a Pence a revocar las elecciones presidenciales, el vicepresidente trazó la raya.
El vicepresidente se negó a aceptar el plan de Trump mientras los fanáticos del presidente saqueaban el Capitolio de Estados Unidos y pedían la cabeza de Pence. Desde ese día, Trump ha criticado repetidamente a Pence, buscando que el exvicepresidente sea detestado entre los votantes republicanos que aún creen que el presidente Biden se robó las elecciones.
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Si Pence se retirara de la política, perder el cariño de la base republicana no le importaría mucho. Pero, después de recibir un sinnúmero de endosos y pronunciar una ráfaga de discursos, todo parece indicar que Pence aún considera la posibilidad de postularse para algún cargo, incluyendo la Presidencia. Ninguno de los dos ha lanzado formalmente su candidatura para la nominación de 2024; pero la rivalidad entre los dos arroja luz sobre la fragmentación del Partido Republicano.
¿Qué indica realmente la separación de los excompañeros de papeleta? ¿Y cómo se ha reflejado ese rompimiento en el resto del partido?
Han pasado casi dos años desde las elecciones presidenciales y Trump todavía no ha dejado de insistir en que ganó. Rutinariamente promueve la idea y critica a quienes la desafían. Los candidatos republicanos promueven explícita e implícitamente teorías de conspiración infundadas sobre las elecciones. Algunos funcionarios republicanos han ido tan lejos como para negarse a certificar los resultados de las elecciones, incluso cuando el resultado beneficiaría a su partido.
Pocos republicanos se han negado a seguirle el juego a Trump. La representante Liz Cheney (R-Wyo.), vicepresidenta del Comité de la Cámara que investiga los sucesos del 6 de enero del 2021, es quizás la republicana más notable y de alto perfil que se ha negado a respaldar las afirmaciones infundadas de Trump sobre las elecciones. Las juntas editoriales de corte conservador del New York Post y el Wall Street Journal, propiedad de Rupert Murdoch, también han criticado de Trump por su manejo del 6 de enero.
Algunos candidatos republicanos han restado importancia a las alegaciones de Trump y, en cambio, se están alineando con Pence. Pero incluso los aliados de Pence coquetean con las teorías de conspiración electoral.
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En las primarias republicanas para gobernador en Arizona, por ejemplo, la candidata respaldada por Pence, Karrin Taylor Robson, no ha dicho explícitamente que Biden se robó las elecciones, pero ha evitado decir si habría certificado los resultados de las elecciones si fuera gobernadora, enfatizando que está enfocada en mirar hacia adelante. Taylor Robson, quien también cuenta con el respaldo del actual gobernador republicano de Arizona, Doug Ducey, en varias entrevistas ha respaldado algunas de las afirmaciones infundadas de Trump y se ha reafirmado en que las elecciones de 2020, como mínimo, no fueron justas.
La oponente de Taylor Robson, respaldada por Trump, Kari Lake, no solo insiste en que las elecciones de 2020 fueron robadas, sino que ha dicho que Taylor Robson y sus aliados podrían estar tratando de preparar el escenario para otro robo en las primarias para gobernador.
Los medios nacionales han descrito la carrera de Arizona como un enfrentamiento entre Pence y Trump. Durante el fin de semana, la pareja asistió a eventos de campaña en Arizona para sus respectivos candidatos. El martes, los antiguos aliados estuvieron en Washington para pronunciar discursos en los que parecían estar desafiándose.
En la conferencia anual de estudiantes de Young America’s Foundation en el centro de Washington el martes por la mañana, Pence calificó la insurrección como un “día trágico”. Insinuó que la obsesión de Trump con las elecciones de 2020 es preocupante y dijo que algunas personas pueden optar por centrarse en el pasado, pero que las elecciones son sobre el futuro de la nación.
Trump habló en la cumbre de políticas del America First Policy Institute el martes por la tarde. En un amplio y extenso discurso, repitió sus argumentos reafirmando que ganó las elecciones de 2020.
Por ahora, aparenta que la mayoría de los candidatos republicanos deben adoptar alguna forma de trumpismo para salir airosos de sus primarias. Eso no significa que Trump completamente domine el partido ya que no todos los candidatos republicanos respaldados por el expresidente han prevalecido en las primarias de mitad de termino. Pero Trump definitivamente sigue siendo el político más importante del partido.
Los candidatos que apoya Pence son, en general, bastante Trumpistas en sus políticas, pero no en estilo de insultos y faltas de respeto que caracterizan al expresidente. En esencia, los republicanos se mantienen unidos por sus visiones de cómo debe gobernarse la nación, pero simplemente discrepan en cuanto al estilo y quién debe ser el candidato. Sin embargo, a fin de cuentas, el centro de gravedad del partido, aún con los resultados de la elección del 2020, definitivamente se ha movido hacia el Trumpismo, ya sea que los candidatos que aparecen en la papeleta finalmente lo respalden o no.
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