Desde Columbine en 1999 hasta Sandy Hook en 2012, Parkland en 2018 y ahora Uvalde, Texas, más de 187,000 niños han experimentado un tiroteo en una escuela. Los niños de estas dos décadas deben ser considerados como la “generación abandonada” porque los adultos de Estados Unidos y sus representantes electos no han hecho nada para remediar esta impactante crisis de seguridad pública provocada por el hombre. Ningún lugar es seguro (escuelas, iglesias, parques, supermercados) en la cultura de tiroteos masivos, un fenómeno que se circunscribe a Estados Unidos.
Solo en los últimos 10 días, más de dos docenas de estadounidenses en Buffalo y Texas fueron asesinados mientras hacían sus compras en un supermercado y asistían a la escuela primaria. Dos jóvenes de 18 años, uno armado con un rifle de asalto AR-15 y el otro con múltiples armas, fueron identificados como los tiradores.
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Durante décadas, los adultos de todas las tendencias políticas han criticado el sistema de salud mental calificándolo como deficiente; han debatido un sinnúmero de medidas para controlar la venta de armas, y luego no se ha hecho nada para solucionar el problema planteado.
No hay regulaciones de protección al consumidor para los fabricantes de armas. No hay límites en cuanto a las armas de asalto de estilo militar. No hay límites en cuanto a los cargadores de municiones de gran tamaño. En la mayoría de los estados no se requieren verificaciones de antecedentes para las ventas privadas y en línea.
La legislación del tema de control de venta de armas típicamente muere en el Senado de EE. UU. debido al obstruccionismo. Escondiéndose detrás de la tergiversación de la Segunda Enmienda, y apoyados por el financiamiento del cabildeo a favor de las armas, estos políticos aparentemente consideran que más de 100 muertes por armas de fuego todos los días y un tiroteo masivo al día son una pérdida aceptable, incluso cuando son sus propios electores las víctimas.
La administración Biden podría eludir el obstruccionismo a través de órdenes ejecutivas, como la reciente sobre armas fantasma. El presidente Biden podría establecer una Oficina de Prevención de la Violencia Armada similar a las que tenemos para la seguridad climática, laboral y de transporte. Podría financiar más intervenciones de violencia y programas de salud mental. Hasta la fecha, poco ha sucedido.
Aproximadamente el 85% de los votantes, incluido el 75% de los republicanos, y la mayoría de los propietarios de armas apoyan las verificaciones de antecedentes penales a toda persona que se disponga a adquirir un arma. Nadie está llamando a abandonar los derechos de la Segunda Enmienda. Incluso el difunto juez de la Corte Suprema Antonin Scalia, un constitucionalista conservador, determinó que tales derechos “no son ilimitados”. Los tribunales federales y estatales siempre han sostenido que las restricciones razonables sobre cómo se venden las armas no son inconstitucionales.
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La violencia armada es prevenible. El hecho de que continúe es una medida de mala política de seguridad pública y política de intereses especiales. La complacencia y la inacción han resultado en más de 1 millón de muertes desde 1975 debido a la violencia armada en gran parte prevenible y han redundado en un mundo mucho más peligroso. Bajo las circunstancias corrientes no es cuestión de si el próximo Parkland o Sandy Hook ocurrirá sino de cuándo y de cuántas muertes lamentaremos.
El enfoque nacional debe estar en que el Senado promulgue la misma legislación de verificación de antecedentes penales ya aprobada abrumadoramente por la Cámara; regulaciones de protección al consumidor para la industria de armas de fuego y renovar la prohibición federal anterior de armas de asalto de estilo militar y cargadores de municiones de gran capacidad, siendo estas las armas preferidas por la mayoría de los asesinos. Estas son políticas en las que todos podemos estar de acuerdo para resolver este problema y salvar una innumerables cantidad de vidas.
En caso de que la rabia y la tristeza provocada por la tragedia de Uvalde, Texas pase sin que hagamos algo sobre el tema de las arma tendríamos que preguntarnos: ¿Qué clase de sociedad somos si carecemos de la voluntad de proteger a nuestros propios hijos?