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“Papá activa’o”: fomenta una nueva forma de criar

Dos padres relataron cómo crían y ayudan a otros progenitores a educar con amor, equidad y justicia social

Papá activa'o
Papá activa'o, definiendo una nueva paternidad, que sea activa y sensible

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Javier Morales Nazario, de 40 años, está casado y es padre de tres hijos. Aunque dos menores, de 9 y 13 años, son los hijos biológicos del matrimonio, la experiencia de Morales Nazario como figura paterna va más allá de los lazos de sangre. En su día a día, también cuida a sobrinos y a una niña de 7 años, a quienes —con ternura— dice criar “desde otra faceta”.

Desde hace años, este acompaña a otros padres en procesos de formación y reflexión, como director programático en Caderamen. Dicha organización impulsa proyectos comunitarios, en especial con hombres que están comenzando a criar o que desean cuestionar los modelos tradicionales de paternidad.

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En ese proceso, exploraron diversos marcos teóricos para describir lo que hacen. Aunque el término “paternidad feminista” resultaba potente, no terminaba de representar a la organización.

“Vinieron muchos conceptos —paternidad feminista, paternidad saludable, paternidad emergente—, pero todos tenían limitaciones, pros y contras”, explicó Morales Nazario.

Así nació el concepto de “papá activa’o”, un título que refleja acción, presencia y transformación en el quehacer diario de la crianza. Para el director programático en Caderamen, el término también representa la intención de desafiar estereotipos y roles de género desde la base.

“Activa’o’ suena a movimiento, a pensamiento, a hacerse. Es ser lo que buscamos. Aunque creemos en la importancia del descanso y el autocuidado, pensamos en esa activación necesaria en los procesos de crianza, especialmente si los miramos desde principios feministas”, señaló.

Ese reto también lo vive en casa. Además de encargarse de las tareas diarias, Morales Nazario dialoga con sus hijos desde el piso, a su altura, para romper con la verticalidad autoritaria. Les ofrece opciones, valida sus emociones y pide disculpas cuando es necesario.

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“Me gusta sentarme a hablar con ellos sin que la conversación sea vertical. A veces basta con ofrecerles tres opciones y preguntar cuál prefieren. Negociar también es parte de la crianza. Tomar decisiones con ellos les ayuda a desarrollarse”, sostuvo.

Lo mismo practica José Yamil Montañez Agosto, de 40 años, quien convive con su pareja y es padre de dos hijos: un adolescente de una relación anterior y una niña de 6 años. Especialista en masculinidades en Caderamen y trabajador social, Montañez Agosto reconoce que criar desde la sensibilidad requiere apertura a la vulnerabilidad, tanto hacia uno mismo como hacia el entorno.

“Aprender a ser vulnerable, incluso frente a la familia, abre la puerta para que ellos también lo sean conmigo y puedan compartir cómo se sienten”, narró.

Además de alimentar, limpiar, encargarse de la ropa y las rutinas nocturnas, Montañez Agosto procura estar presente y validar las emociones de sus hijos. No siempre fue fácil. Recordó que, como a muchos niños, a temprana edad se le enseñó a reprimir sus sentimientos.

“Nos decían que los niños no lloraban. Una vez, un niño le dijo eso a mi hijo al salir de la escuela. Ahí uno entra en ese proceso de enseñar que sí, que llorar es válido”, contó.

También, ha enfrentado barreras institucionales. Cuando llevó a su hija a una sala de emergencias, le preguntaron por la madre, lo que describió como una experiencia incómoda.

“No me quejé, pero fue incómodo. Aún se espera que sea la madre quien se encargue. Todavía hay espacios laborales donde no se ve bien que un hombre falte al trabajo para cuidar a un hijo o participar en una actividad escolar”, lamentó.

Corresponsabilidad en el hogar

Ambos padres coinciden en que criar no se trata solo de los hijos, sino también de asumir la corresponsabilidad dentro del hogar.

Morales Nazario reconoció que, al inicio de la crianza con su pareja, sentía que hacía “más que ella”. Pero al detenerse, comprendió que su compañera también estaba agotada, y tomó conciencia de sí mismo, pues no siempre percibía la carga completa.

“Al principio, pensaba que estaba haciendo un montón. Luego, me di cuenta de que ella también estaba exhausta. Aprendí a escuchar sin ponerme a la defensiva. Esa apertura es esencial para no perpetuar prácticas injustas”, confesó.

Insistió en que las tareas domésticas no deben verse como una competencia. A veces, uno carga más que el otro, y por eso la negociación y la comunicación son clave.

“En las relaciones, se da ese cuestionamiento de ‘yo hago más’, pero la equidad implica acuerdos flexibles donde, a veces, uno hace más en un área porque el otro carga con otra distinta”, reflexionó.

Montañez Agosto vive actualmente un nuevo ajuste en su hogar: su pareja quedó desempleada por razones médicas, lo que ha alterado el balance de las tareas.

“Me gustaría estar en un 50/50, pero nuestra realidad actual no lo permite. Por eso es vital la comunicación, hacer acuerdos y revisarlos constantemente, según cambian las circunstancias”, explicó.

Ese nuevo escenario lo obliga a trabajar más horas para compensar el ingreso perdido, una carga económica que —según Morales Nazario— muchas veces aleja a los padres de sus familias.

“La presión de ser proveedor aleja al padre del hogar. Las estructuras no están pensadas para una paternidad presente y empática. Si ya hay pocos apoyos para las mujeres que crían, para los hombres hay aún menos”, advirtió.

Ambos han sentido el juicio social por su manera de criar. Morales Nazario dijo que ha sido evaluado “desde ambos extremos”, pero eligió rodearse de miradas significativas.

“Las que valoro son las que vienen de mis compañeras feministas, cuando un consejo se da con amor, compromiso y responsabilidad. Eso es valioso y lo atesoro”, afirmó.

Con voz pausada, dijo que sigue aprendiendo, que se equivoca, pero que mantiene su compromiso con una crianza consciente, amorosa y justa.

“Esto es para toda la vida. No se trata de tomar un cursito y ya”, concluyó Montañez Agosto.

“La transformación masculina debe ser constante, vivida en lo cotidiano, entre tensiones, errores, conversaciones y cuidados. Hemos dado pasos, pero aún queda un mundo por recorrer… y estoy dispuesto a caminarlo”.

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