Gabriel Avilés Aponte se convirtió en padre a los 42 años. Para este, la decisión de tener un hijo fue producto de una planificación consciente y una búsqueda deliberada junto a su esposa, con quien contrajo matrimonio a los 38 años de edad.
“Siempre me visualicé siendo papá, pero sabía que quería hacerlo cuando estuviera en una relación estable”, explicó. El nacimiento de su hijo, en 2018, marcó el comienzo de una nueva etapa que, según este, vivió con “una ilusión” que llevaba tiempo albergando.
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Avilés Aponte relató que, pese a que la paternidad tardía trajo consigo preocupaciones relacionadas con la mortalidad y la energía física necesaria para criar, se sintió preparado emocional y logísticamente para asumirla. “Tengo mi propia oficina y flexibilidad para recogerlo en la escuela todos los días. Esa posibilidad no la hubiese tenido a los 20 o 30 años”, afirmó.
Aunque reconoció que, de haber sido más joven, quizás habría considerado tener un segundo hijo, enfatizó que la estabilidad emocional, de pareja y económica que tiene ahora le permitió vivir la experiencia de forma más reflexiva. “Trato de estar presente. Si hay que llevarlo a jugar béisbol, baloncesto o a cumpleaños, lo hago. Me obligo un poco más, aunque el cuerpo a veces quiera quedarse descansando”.
El vínculo con su hijo, aseguró, ha sido enriquecedor. “Nos cambió la vida por completo. El embarazo coincidió con el paso del huracán María, lo que lo hizo más complejo, pero nos fortaleció como familia”, indicó. También mencionó que la madurez alcanzada a esa edad le ha permitido manejar los retos de la crianza de forma más sosegada. “Ahora comprendo muchas cosas que quizás no hubiese podido a los 30”, añadió.
Sobre los posibles comentarios sociales, Avilés Aponte aseguró no haberse sentido criticado. “En el colegio de mi hijo, hay un grupito de papás de edades similares. No me he sentido solo”, compartió.
Cifras que confirman la tendencia
Según estadísticas del Departamento de Salud de Puerto Rico, en 2024 hubo 8,472 nacimientos vivos registrados con padres de 40 años o más, lo que representó un 72.12% de todos los alumbramientos en los cuales el padre reconoció al bebé. Esta proporción ha venido aumentando consistentemente desde 2020, cuando fue de 67.15%.
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A pesar de ello, la cantidad total de nacimientos vivos en Puerto Rico ha ido disminuyendo. En 2024, se registraron 18,085 nacimientos, la cifra más baja desde que se llevan registros a partir de 1888. En 2023, se registraron 18,667, y en 2022, fueron 19,169.
Más estabilidad, menos prejuicios
El doctor Iván de Jesús Rosa, trabajador social forense, explicó que la paternidad a partir de los 40 años puede estar acompañada de retos y beneficios únicos.
Uno de los principales desafíos, señaló, son los prejuicios sociales relacionados con la edad, conocidos como “vejezismo”. “Se asume que un hombre después de los 40 no va a tener la capacidad para criar adecuadamente. Eso es un mito”, puntualizó.
Conforme a este, a esa edad, hay hombres que cuentan con mayor madurez emocional, estabilidad económica y una red de apoyo más robusta —lo que, en el trabajo social, se denomina capital social— que pueden facilitar una experiencia positiva de crianza.
“Un hombre de 40 años puede tener herramientas incluso más adecuadas para ser padre que alguien más joven, dependiendo de su contexto”.
Además, indicó que esta generación de hombres ha sido criada en un contexto donde los roles tradicionales de género han sido cuestionados.
“Es más probable que hombres de 40 años estén dispuestos a participar activamente en las tareas del hogar y el cuidado de sus hijos, más allá del rol de proveedor económico”.
De Jesús Rosa hizo hincapié en que no se trata de una edad ideal o única para ser padre, sino de reconocer que hay múltiples formas de asumir la paternidad con responsabilidad.
“Cada caso es distinto. Lo importante es que se cuente con los recursos emocionales, económicos y sociales para criar con compromiso y afecto”.