Laura Pérez, nombre ficticio para proteger su identidad, pasó años intentando quedar embarazada sin conocer que padecía endometriosis, una condición que dificulta la gestación por acumulación de tejido en el útero. Un estudio arrojó el diagnóstico que le impedía lograr su embarazo.
Tras atravesar su primera intervención de curetaje uterino o raspado, que consiste en remover tejido adicional del útero y que puede ampliar probabilidad de fecundidad, se instruyó de opciones de fertilidad asistida, principalmente fertilización in vitro (IVF, en inglés).
Pero lo primero con lo que se topó fue una cita médica de orientación —“una visita para ver qué va a pasar”, describió— que costaba $200. “Ningún plan médico cubre estos tratamientos”, expuso a Metro Puerto Rico.
En su búsqueda, seguía encontrándose con costos que, al añadir inyecciones de hormonas, medicamentos y el procedimiento, podían alcanzar o hasta superar los $20,000 sin certeza de lograr quedar embarazada. “O pago ese dineral o empiezo a aceptar que, en efecto, ese sueño no se va a poder realizar”, pensó.
Las probabilidades de efectividad, según el especialista en fertilidad Nabal Bracero Serrano, son, máximo, un 70%. Un médico le dijo, a Pérez, que su posibilidad era menos del 10%.
“Le dije [a mi esposo]: ‘Vamos a dejarlo así porque esto nos va a salir un ojo de la cara. No somos ricos para estar invirtiendo en un tratamiento que no te asegura que va a funcionar”, rememoró, además de que un embarazo a sus 38 años habría sido de alto riesgo.
Efectivamente, ningún plan médico comercial o gubernamental en Puerto Rico cubre servicios de fertilización asistida, como IVF, inseminación artificial o preservación criogénica (congelación de óvulos), reconoció el comisionado de Seguros, Alexander Adams Vega, en un memorial explicativo a la Comisión de Salud ante un proyecto relacionado a cobertura médica para infertilidad.
Especialistas en fertilidad, sin embargo, destacan las crecientes oportunidades para sufragar costos de tratamientos de fertilización asistida, que, no obstante, están limitadas a un grupo de personas, como empleados federales, aquellas cobijadas con aseguradoras de Estados Unidos o programas especiales entre aseguradoras y patronos.
Bracero Serrano, quien dirige la clínica Genes Fertility Institute, donde atiende alrededor de 800 pacientes nuevos al año, ha notado un incremento en pacientes con cubierta médica que acuden a sus servicios de inseminación artificial, IVF o congelación de óvulos. Según el ginecólogo, pueden cubrir hasta un 80% del tratamiento.
Mientras que una inseminación es la opción más asequible, que ronda los $1,500, el costo promedio del IVF alcanza los $15,000 entre medicamentos y procedimiento. Algunas pacientes, contó, empiezan con la menos costosa, pero si no resulta exitosa, continúan con IVF. El doctor ha notado una tendencia en aumento de preservación criogénica, particularmente en mujeres profesionales.
“La tendencia de pacientes se ha mantenido aumentando lentamente desde que empecé en 2006. El proceso de congelación de óvulos ha aumentado más rápido todavía”, sostuvo.
Según el ginecólogo, hace aproximadamente 20 años, el tratamiento de IVF costaba $7,500 y los medicamentos, $2,000, para un total cercano a los $10,000. Ahora, solo el procedimiento alcanza esa cifra, más al menos $5,000 por medicamentos. “El tratamiento ha aumentado un 25%, mientras que los medicamentos han aumentado [casi] 300% ”, desglosó el galeno.
Aunque una porción de pacientes organiza recaudaciones de fondos o buscan apoyo de personas cercanas, una alternativa que está desarrollando Bracero Serrano con productos comerciales de financiamiento son préstamos con intereses y condiciones de pago flexibles, dirigidos a pacientes con perfil de riesgo bajo.
Complicada vía legislativa
En el Capitolio, la senadora popular Ada Álvarez Conde radicó el Proyecto del Senado 208, que propone revivir una propuesta colgada el cuatrienio pasado de la autoría de la delegación del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) para legislar que los planes médicos incluyan tratamientos de infertilidad.
Si bien la clase médica aboga por más accesibilidad a servicios de salud, Bracero Serrano opinó que la medida representaría un obstáculo para los subespecialistas porque requeriría preaprobaciones de las aseguradoras, que describió como “el yugo del proceso de aprobación e injusticia”.
“Las aseguradoras deben empezar por cubrir medicamentos de fertilidad, que ya han triplicado y se convirtieron en la mitad del valor del tratamiento”, subrayó.
El comisionado de Seguros expuso, en su memorial, que la inclusión de servicios, desde asesoramiento hasta medicamentos y cirugía, impactaría la prima que paga el beneficiario, por lo que recomendó estudiar criterios de eficacia, costo y riesgo, según evidencia científica.
El Proyecto del Senado 208 está, desde enero, en la Comisión de Salud, presidida por el senador del Partido Nuevo Progresista (PNP) Juan Oscar Morales, quien votó en contra a la iniciativa pasada. Otros senadores que rechazaron el proyecto fueron Joanne Rodríguez Veve, Carmelo Ríos, Migdalia Padilla y Wanda Soto.
En el caso de Pérez, la mujer desistió de buscar tratamiento por falta de cubierta. Pero también se le agravó su situación por una preocupación latente: un médico le advirtió que desarrollaría cáncer si no se removía el útero.
Aturdida, buscó a otra galena, quien le hizo dos intervenciones quirúrgicas adicionales por exceso de adherencias en su sistema reproductivo. Por estas complicaciones a causa de la endometriosis, se le aconsejó lo inevitable.
“La oportunidad de quedar embarazada no es posible”, recordó Pérez con voz quebrantada.
Análisis de una psicóloga clínica
Con más de 20 años de experiencia en psicología reproductiva, la experta Debra Reuben desmintió estereotipos comunes sobre la infertilidad y compartió estrategias que implementa en sus sesiones terapéuticas.
En entrevista con Metro Puerto Rico, explicó que la infertilidad no se limita a mujeres mayores de 35 años, sino que también afecta a parejas del mismo sexo, personas con condiciones como endometriosis o síndrome de ovarios poliquísticos, y hombres que requieren donantes por diagnósticos como cáncer testicular.
“Lo común entre todos es la persistencia”, afirmó, al señalar que estos pacientes enfrentan frustración, ansiedad y una carga económica alta. Según estudios, el principal factor para abandonar un tratamiento no es el dinero, sino el desgaste emocional tras múltiples intentos.
Personas también lidian con aislamiento, presión social o comentarios no deseados. “El factor vergüenza sigue presente, pero el aislamiento social ha disminuido con el acceso a más información”, dijo.
En sus sesiones, Reuben adapta técnicas que permitan a sus pacientes expresar sus emociones, ya sea en pareja o de forma individual, y afrontar la ansiedad que puede surgir en este proceso.