Los residentes de la isla española de La Palma comienzan a albergar esperanzas de que la erupción volcánica haya terminado tras casi tres meses de inquietantes explosiones y sismos diarios, ríos de lava fundida y una enorme nube de ceniza y gas tóxico que se alzó sobre la montaña.
El miércoles se observaban algunas volutas de humo blanco que se alzaban del cráter. El volcán de Cumbre Vieja, en las Islas Canarias, al noroeste del territorio continental africano, quedó en silencio el lunes por la noche.
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Según los científicos, sus aproximadamente 36 horas de actividad inapreciable hasta el miércoles podrían anunciar el principio del fin de la erupción. Sin embargo, los científicos no descartan un repunte de la actividad volcánica, que ya había remitido antes solamente para reanudarse con fuerza renovada, pero señalaron que era improbable.
“No podemos estar 100% seguros, ya que el volcán ha hecho un par de trucos en las últimas semanas”, dijo a The Associated Press Valentin Troll, experto en geología de la universidad sueca de Uppsala y coautor de un estudio de geología en las Islas Canarias. “Pero muchos parámetros han remitido ya y creo que el volcán sí está remitiendo ahora”, señaló.
El gobierno canario dijo en un comunicado que “la actividad eruptiva ha disminuido hasta prácticamente desaparecer”. Algunos científicos se aventuraron a llegar al borde del cráter para tomar lecturas de los gases por primera vez en tres meses.
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Se deben observar niveles bajos sostenidos de actividad durante 10 días para que los científicos declaren formalmente que ha finalizado la erupción, dijo la vulcanóloga y vocera del Instituto Geográfico Nacional, María José Blanco, a la prensa.
Esto “no quiere decir que la emergencia haya terminado”, dijo Blanco. “Hay medidas que se siguen teniendo que tomar para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Las vueltas a las casas o el acceso cerca de las coladas. Esto tiene que tener un periodo de seguridad para garantizar que realmente los ciudadanos están seguros”.
La erupción, que comenzó el 19 de septiembre, es la más larga de la que se tiene registro en La Palma y ha sido un golpe para los isleños, muchos de los cuales viven de la agricultura y el turismo. El archipiélago canario es un popular destino europeo de vacaciones debido a su clima templado.
No se han relacionado lesiones o muertes de forma directa con la erupción en La Palma, donde viven unas 80.000 personas.
Aunque la vida ha continuado casi con normalidad en la mayor parte de la isla, una zona en el lado suroeste ha sufrido daños graves.
Para algunos habitantes, el alivio ante el debilitamiento de la erupción se vio atemperado por las promesas del gobierno que según ellos no se han cumplido.
“Ha habido dos días en los que hemos por fin visto el sol, una nube pequeña, ningún temblor en toda la noche. Esto cambia la postal”, dijo Francisco Javier López, de 61 años, vecino del pueblo de Todoque. “Pero el futuro sigue negro”, acotó.
El futuro del negocio de parapente, con que se mantenían él y su esposa, se evaporó cuando la lava enterró las pistas de lanzamiento y aterrizaje en lo alto de la Cumbre Vieja.
López dijo que, a pesar de las promesas de alojamiento gratuito, subsidios y ayuda financiera de las autoridades locales y nacionales, poco o nada ha llegado a los habitantes afectados por el volcán.
“El volcán se ha llevado nuestras casas, el pasado y los recuerdos de toda una vida. Adicionalmente, los políticos se han llevado el futuro, la esperanza”, dijo.
La lava ardiente que fluía desde Cumbre Vieja y hacia el mar ha destruido unas 3.000 edificaciones. Las coladas sepultaron plantaciones de plátano, destruyeron sistemas de regadío y cortaron carreteras, que quedaron cubiertas de una gruesa capa de negra lava endurecida.
La zona cubierta de lava se extiende unas 1.200 hectáreas (unos 3.000 acres), según datos de la unidad de emergencias volcánicas de las Islas Canarias, PEVOLCAN.
Además, la lava ha formado deltas de unas 48 hectáreas (120 acres) en las zonas donde cayó sobre el Océano Atlántico, según PEVOLCAN.
La erupción ha atraído a científicos de todo el mundo a La Palma. Han empleado tecnología de punta para estudiarlo desde tierra, aire, mar e incluso desde el espacio.