Millones de pruebas caseras de COVID-19 están llegando a las tiendas en Estados Unidos, pero ¿habrá suficientes para quienes quieran hacérselas antes de las reuniones navideñas?
Las largas filas de personas deseosas de someterse a pruebas han desaparecido, gracias a casi un año de vacunaciones, mayores suministros y opciones más rápidas, pero con muchos estadounidenses aún sin vacunarse y reportes de infecciones entre algunos de los vacunados, algunas personas están viendo en las pruebas caseras una capa adicional de protección de cara a las festividades de fin de año.
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Janis Alpine, de Seattle, se va a reunir con siete familiares para el Día de Acción de Gracias, el día feriado que Estados Unidos celebra el cuarto jueves de noviembre.
Aunque todos ellos están vacunados —entre ellos su padre de 97 años—, ella quiere llevar suficientes pruebas rápidas de la farmacéutica Abbott para que las usen.
“Ya estoy acostumbrada a las pruebas”, dijo Alpine, que está jubilada. “Aunque él está vacunado, enfermarse, aunque sea un poco, no es bueno para una persona de 97 años”.
Alpine comenzó a hacerse pruebas ella misma en septiembre luego de tomar vuelos de vacaciones a Las Vegas y a la costa este. Como las farmacias locales a veces se quedan sin pruebas, Alpine compra usualmente paquetes de cinco pruebas cuando los encuentra.
Luego de semanas de escasez, cadenas de farmacias como CVS y Walgreens dicen ahora que tienen suministros suficientes y recientemente levantaron los límites sobre cuántas pueden ser compradas cada vez. El cambio se produce luego de que los fabricantes aumentaron los suministros, alentados por más de 3.000 millones de dólares en contratos nuevos de compra y asistencia del gobierno. Las pruebas caseras usualmente cuestan poco más de 10 dólares cada una y toman unos 15 minutos.
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Pese a la mejora de la situación, los expertos advierten que un incremento de infecciones en el invierno pudiera fácilmente abrumar los suministros, especialmente si las reuniones familiares y el frío continúan desatando nuevos brotes en el país. Apuntan además que Estados Unidos aún está lejos de tener el tipo de pruebas baratas o gratis y ampliamente disponibles que se vieron en algunos países europeos, los primeros en adoptar el nuevo método.
“Desafortunadamente, seguiremos rezagados hasta el año próximo o hasta que se reduzca la demanda”, dijo Neil Sehgal, un especialista en políticas de salud en la Universidad de Maryland.
Funcionarios de la Casa Blanca dicen que Estados Unidos se encamina a tener unos 200 millones de pruebas caseras al mes para diciembre, el cuádruple del número del verano. Aun así, continúan las escaseces ocasionales, especialmente en ciudades y comunidades suburbanas con altas tasas de pruebas.
“Yo no pude encontrarlas durante mucho tiempo”, dijo Denise Weiss, de Filadelfia.
Ella consiguió seis pruebas el mes pasado en internet y planea compartirlas con familiares, en particular su hijo y su hija, que viajan a casa por avión y tren para el día de Acción de Gracias.
Abbott, que es líder del mercado, dice que de nuevo está produciendo 50 millones de pruebas BinaxNow al mes, tras reducir su producción en el verano cuando la demanda se desplomó. Solamente unas pocas pruebas caseras están disponibles nacionalmente, pero pronto habrá nuevas, como las de Acon Laboratories.
Gran parte de los suministros nuevos no estarán disponibles en cadenas como CVS, Walmart y Target. Las compras en masa por autoridades federales y estatales serán distribuidas a centros comunitarios de salud, hogares de ancianos, escuelas y otras instalaciones del gobierno.
Las empresas grandes y las universidades privadas están comprando también millones de pruebas. Bajo el mandado del gobierno para los grandes empleadores, los trabajadores que no se hayan vacunado deben someterse a pruebas semanales a partir de enero.
“Tenemos un reto en estos momentos y los números no son perfectos”, dijo Mara Aspinall, experta de la Universidad Estatal de Arizona para la industria de la salud. “Aunque tener esas pruebas en los estantes es excelente para que las personas se sientan empoderadas, también tenemos que equilibrar a dónde van”.
Bajo la presión del gobierno del presidente Joe Biden, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha estado aprobando las pruebas caseras a un ritmo más acelerado: en los últimos dos meses autorizó cuatro de las 13 pruebas disponibles ahora.
En un paso inusual, la Casa Blanca anunció recientemente que los Institutos Nacionales de Salud van a ayudar a examinar las pruebas más prometedoras, pero tomará tiempo para que las compañías produzcan y distribuyan las pruebas.
Estados Unidos hizo una enorme inversión inicial en las vacunas, especialmente apostando a que una inmunidad amplia aplastaría la pandemia, pero con alrededor de 60 millones de personas de 12 años y mayores aún sin vacunarse, los expertos dicen que todas las regiones del país siguen siendo vulnerables al tipo de brotes que ahora se registran en estados como Michigan y Nuevo México.
Para los activistas que apoyan las pruebas, la persistencia de la pandemia resalta la necesidad de pruebas amplias de COVID-19 para detectar pronto las infecciones, antes de que se diseminen, un enfoque que han promovido desde el inicio de la pandemia en Estados Unidos.
Países como Gran Bretaña distribuyen miles de millones de pruebas gratis y recomiendan dos pruebas a la semana. Si Estados Unidos adoptara esa estrategia para las personas de 12 años y mayores, necesitaría 2.300 millones de pruebas al mes, apuntaron en un reporte reciente los expertos de la Kaiser Family Foundation. Eso es más de siete veces los 300 millones de pruebas mensuales que las autoridades esperan tener para febrero.
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