Cuando una mujer de Colorado se enteró de que su hospital no aprobaría su operación de trasplante de riñón hasta que no se vacunara contra el COVID-19, se vio ante una difícil decisión que confrontaba sus problemas de salud con sus creencias religiosas.
Leilani Lutali, una cristiana conversa, decidió actuar apegándose a su fe.
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Aunque padece una enfermedad renal en fase 5 que la pone en riesgo de morir sin un nuevo riñón, Lutali, de 56 años, dijo que no podía aceptar ser inmunizada contra el COVID-19 por el papel que han desempeñado las células madre en el desarrollo de las vacunas.
“Como cristiana, no puedo apoyar nada que tenga que ver con el aborto de bebés, y para mí la santidad de la vida es inestimable”, dijo.
Los receptores de trasplantes deben vacunarse porque corren un riesgo considerable de contraer el COVID-19, así como de ser hospitalizados y morir a causa del virus, dijo Dan Weaver, portavoz del sistema de atención médica UCHealth, con sede en Colorado.
Los donantes no vacunados también podrían transmitir el COVID-19 al receptor aunque inicialmente den negativo en la prueba diagnóstica de la enfermedad, dijo.
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“Los estudios han revelado que los pacientes de trasplante que contraen el COVID-19 podrían tener una tasa de mortalidad del 20% o superior”, agregó.
No está claro qué tan común es este tipo de política.
La Asociación Americana de Hospitales (AHA, por sus siglas en inglés), que representa a casi 5.000 hospitales, sistemas y redes de atención médica en Estados Unidos, dijo que no tenía datos para compartir sobre el tema. Pero indicó que muchos programas de trasplantes insisten en que los pacientes se vacunen contra el COVID-19 debido al estado debilitado de su sistema inmunológico.
Aunque cualquier tipo de cirugía puede generar estrés en el sistema inmunológico de un paciente y dejarlo vulnerable a contraer COVID-19 más tarde, los receptores de trasplantes de órganos están aún más en riesgo porque tienen que tomar un potente régimen de medicamentos para suprimir dicho sistema y así evitar que su cuerpo rechace el nuevo órgano, al que ve como un objeto extraño, dijo en un comunicado Nancy Foster, vicepresidente de la AHA para la política de calidad y seguridad del paciente.
“Además, si los pacientes se esperan a recibir la vacuna hasta después de la operación, es improbable que su sistema inmunitario pueda generar la reacción de anticuerpos deseada, ya que están tomando medicamentos contra el rechazo”, dijo.