Un campamento donde casi 15.000 miles de migrantes, la mayoría haitianos, se congregaron en los últimos días cerca de una ciudad fronteriza de Texas está vacío ahora, informó el gobierno local el viernes.
El hecho representó un cambio drástico en comparación con el sábado, cuando se alcanzó el número máximo de migrantes, empujados por la confusión sobre las políticas del gobierno del presidente Joe Biden y la desinformación en las redes sociales. Ellos convergieron bajo el puente que conecta Del Río con Ciudad Acuña, en México, tratando de pedir asilo en Estados Unidos.
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El fin del campamento representa una “noticia excepcional”, afirmó el alcalde de Del Río, Bruno Lozano, en conferencia de prensa.
Muchos de los migrantes enfrentaban la posibilidad de ser expulsados a su país de origen porque no están cubiertos por las protecciones extendidas recientemente por el gobierno de Biden a los más de 100.000 migrantes haitianos que ya se encuentran en Estados Unidos, muchos de los cuales abandonaron su tierra natal después del devastador terremoto de 2010, citando preocupaciones de seguridad y disturbios sociales en el país más pobre de América.
Estados Unidos y México parecían ansiosos por poner fin a la situación humanitaria cada vez más politizada que provocó la renuncia del enviado especial de Estados Unidos a Haití y una indignación generalizada después de que se divulgaron imágenes de agentes fronterizos maniobrando sus caballos para bloquear y trasladar a los migrantes por la fuerza.
El viernes, el presidente Biden dijo que la forma en que los agentes usaban sus caballos fue “horrible” y que “la gente pagará” como resultado. Los agentes han sido asignados a tareas administrativas mientras el gobierno investiga.
“Habrá consecuencias”, dijo Biden a los periodistas. “Es una vergüenza, pero va más allá de una vergüenza: es peligroso, está mal, envía el mensaje equivocado a todo el mundo y envía el mensaje equivocado en casa. Simplemente no es lo que somos”.
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Mientras tanto, el Departamento de Seguridad Nacional ha dicho que casi 2.000 haitianos fueron expulsados rápidamente en vuelos desde el domingo bajo poderes pandémicos que niegan a las personas la oportunidad de buscar asilo.
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Aproximadamente 3.900 estaban siendo procesados para una posible deportación a Haití o su colocación en procedimientos judiciales de inmigración de Estados Unidos. Otros han sido puestos en libertad en suelo estadounidense, con avisos para que comparezcan ante un tribunal o informen a las autoridades de inmigración. Miles han regresado a México.
Un funcionario estadounidense con conocimiento directo de la situación dijo que las autoridades programaron siete vuelos a Haití el viernes, seis el sábado y siete el domingo. El funcionario no estaba autorizado a hablar públicamente.
Mientras tanto, del lado sur del fronterizo río Bravo, poco más de 100 migrantes, la mayoría hombres solos, permanecían el viernes por la mañana en un campamento en Ciudad Acuña, en México.
Un migrante haitiano que dijo tener 31 años y llamarse Luxon dijo que se iba con su esposa e hijo a Mexicali, a unos 1.450 kilómetros (900 millas) al oeste, una ciudad mexicana que hace frontera con California. El hombre omitió su apellido diciendo que tenía miedo