La principal oficial ejecutiva del Sistema San Juan Capestrano, Marta Rivera Plaza, solicitó a las principales entidades del gobierno y colaboradores que desarrollan las diferentes estrategias para combatir la pandemia del COVID 19 y sus variantes que consideren revisar y emitan un protocolo especial para el manejo de los velatorios y enterramiento en los cementerios del país.
“A raíz de todo esto del COVID 19, el gobierno ha tomado medidas restrictivas eliminando prácticamente los velatorios de las personas que fallecen día a día en la Isla. Sabemos que tenemos que controlar cualquier posibilidad de foco de contagio en esta horrible pandemia. Sin embargo, hay serias confusiones dentro de la industria de las funerarias sobre el manejo de un velatorio y finalmente los enterramientos en los cementerios del país. La pérdida o muerte de un ser humano, ya sea un familiar, amigo o conocido afecta a la salud mental de nuestra población. Es importante que manejemos este asunto con profesionalismo, sobre todo, para proteger la estabilidad emocional de los afectados por la muerte de sus fallecidos. La medicina tiene un término científico para esto: “se llama prolongación del duelo”, señaló la principal oficial ejecutiva del Sistema San Juan Capestrano.
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La también expresidenta de la Junta de Directores de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico recordó que en muchos casos con el fallecimiento de un familiar o amigo se da el escenario de una larga enfermedad, motivo por el cual muchas personas que han estado encargados del cuido de ese paciente se afectan emocionalmente o permanecen también en crisis emocional. La muerte trastoca a todo el componente familiar afectando aquellos más vulnerables.
“Una vez que una persona es hospitalizada el núcleo familiar comienza a afectarse, muy en especial los niños que están relacionados con el enfermo. Si la muerte sorprende con un accidente o suicidio el asunto es más complicado, porque es algo que se enfrenta al momento y nadie está preparado para eso. Durante el tiempo de aflicción y durante todo el proceso de duelo, una persona afligida necesita mucho apoyo emocional y en algunos casos la atención de profesionales de la salud mental”, recalcó la directora ejecutiva.
“No debe existir la prohibición de una despedida de duelo en un cementerio, sin embargo, la misma debe regularse para que se utilice el menor tiempo posible con la estricta observación de distanciamiento requerido por los protocolos de la pandemia. Recordemos que el momento del enterramiento y el manejo del mismo puede ser el detonante para una crisis en la salud mental de los familiares, lo que contribuye al efecto de “duelo prolongado”. El encontrarse en el cementerio para darle cristiana sepultura a una persona es una medida natural de apoyo significativo para enfrentar la pérdida de un familiar o amigo. Claro está, todo esto debe ser regulado por los administradores de los cementerios para que se cumpla con los protocolos establecidos”, expresó Rivera Plaza.
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Los profesionales de la salud mental señalan que el duelo es una reacción normal y necesaria ante la pérdida de una persona querida y cumple una función adaptativa que es la de ayudar al doliente a aceptar-adaptarse a la pérdida, reconstruir la vida cotidiana y los valores sin el ser querido que se acaba de perder. En definitiva, se trata de continuar viviendo sin esa persona significativa. El valor, la relevancia y el significado del proceso de duelo es tal que hay personas que tras una vivencia de duelo experimentan un crecimiento personal importante. Pese a su normalidad, el fallecimiento de un ser querido es un acontecimiento vital estresante de primer orden que a lo largo de nuestra vida podemos llegar a experimentar en más de una ocasión por lo que tenemos que prevenir cualquier crisis en el área de la salud mental de los dolientes.
“Para una persona que comienza un proceso de aceptación y adaptación a la realidad de la pérdida de un familiar, es importante cerrar ese ciclo de expresión de amor que se lleva a cabo en el proceso de un enterramiento digno. Es aceptable las reflexiones, las oraciones o hasta cortas narrativas que recuerden momentos felices de la persona fallecida. Una vez se concluya este proceso, las familias deben prestar atención a toda aquella persona que se muestre afligida más de lo normal. La negación de aceptar la muerte de un familiar puede llevar a una depresión severa o trastornos emocionales. Es de vital importancia que tan pronto usted detecte cambios en la conducta de esa persona afectada, consulte a un profesional de salud mental, quienes están preparados para ayudar en estos casos”, concluyó la principal oficial ejecutiva del Sistema San Juan Capestrano.
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