La policía de Tailandia usó gas lacrimógeno, perdigones de gama y cañones lanzaagua el domingo para dispersar a cientos de manifestantes que se aglomeraron en Bangkok pese a las restricciones decretadas para frenar la propagación del coronavirus.
Los alzados exigen la renuncia del gobierno del primer ministro Prayuth Chan-ocha, que se reduzca el presupuesto para la monarquía y para los militares durante la pandemia y que se importen más vacunas contra el virus.
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Los hechos ocurren justo cuando Tailandia reportó su mayor aumento diario de casos de coronavirus — casi 11.400 — y anunció nuevas restricciones, como la suspensión de vuelos nacionales.
Muchas partes del país, inclusive Bangkok, ya se encuentran bajo algún tipo de orden de confinamiento colectivo, como toques de queda, límites al aforo de negocios y límites a las concentraciones de personas.
A medida que aumentan los efectos del virus, más ciudadanos de Tailandia están sufriendo penurias económicas y aumenta el descontento de la gente hacia la manera en que el gobierno está manejando la crisis.
Abundan las críticas hacia el gobierno de Prayuth por no lograr una reserva adecuada de vacunas. Tailandia básicamente depende de dos vacunas, entre ellas la china Sinovac, que según estudios no es tan eficaz contra la variante delta que está causando estragos en Asia.
La otra vacuna disponible es AstraZeneca, que está siendo producida por una compañía propiedad del monarca tailandés pero sólo desde junio y en cantidades menores a las deseadas.