El llamado “turismo de vacunación” a través del cual latinoamericanos con recursos económicos viajan a Estados Unidos para inmunizarse contra el COVID-19 no es la solución para controlar la pandemia sino una evidencia de la inequidad para acceder a las dosis en las Américas, dijo el miércoles la directora de la Organización Panamericana de la Salud.
“Las vacunas pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte, no deberían ser un privilegio para los países ricos o para la gente adinerada sino un derecho para todos”, expresó Carissa Etienne. “Aquellos que no pueden pagar un viaje internacional, que son la vasta mayoría en nuestra región, siguen sin acceso a las vacunas. Y esto no se puede aceptar”.
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“El turismo de vacunas agrava la inequidad”, sostuvo. “Espero que trabajemos en la dirección contraria. Quiero que las vacunas lleguen a los que las necesitan, independientemente de dónde viven o cuánto pueden pagar”.
Las declaraciones de Etienne en la rueda de prensa semanal de la OPS desde su sede en Washington tuvieron lugar en momentos en que más regiones flexibilizan su política de vacunación en Estados Unidos, permitiendo que extranjeros accedan a las dosis sin necesidad de demostrar que son residentes legales.
Entre los últimos que han aceptado vacunar a extranjeros está el estado de Florida, que se ha sumado a Texas y Louisiana, entre otros.
No existen cifras oficiales sobre la cantidad de latinoamericanos que viajan a vacunarse, pero debido a la escasez de dosis existente en sus países, políticos, personalidades del espectáculo y personas adineradas de países como Argentina, México, Perú, Colombia y Paraguay, entre otros, se trasladan en avión durante horas para vacunarse.
En todos los países de las Américas se han administrado poco más de 384 millones de dosis, la gran mayoría de ellas en Estados Unidos: más de 258 millones, de acuerdo con información de la OPS que se basa en datos enviados por los gobiernos.
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En la última semana cerca de 1,2 millones de personas se infectaron de COVID-19 en toda la región y casi 34.000 murieron, de acuerdo con la OPS.
El acceso desigual a la vacunación ha sido uno de los principales problemas de la pandemia.
Con el objetivo de evitar experiencias pasadas como las de la gripe H1N1, donde los países más pobres accedieron a las vacunas meses después que los más desarrollados, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales crearon un mecanismo llamado COVAX para ofrecer dosis contra el COVID-19 de manera equitativa en todo el mundo.
Pero los países con más recursos volvieron a sellar acuerdos bilaterales multimillonarios con las farmacéuticas, limitando la cantidad de vacunas para los de menos recursos, incluso para COVAX.
El mecanismo está integrado por una canasta de vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud y aunque esa institución autorizó recientemente el uso de emergencia de la dosis china Sinopharm, no se espera que en lo inmediato haya cambios para Latinoamérica.
La aprobación por parte de la OMS es una “muy buena noticia”, dijo el subdirector de la OPS, Jarbas Barbosa. “Pero seguramente no vamos a tener la vacuna en el corto plazo, en una semana o un mes”, expresó.
Uno de los obstáculos que enfrenta la región es la decisión del gobierno indio de frenar las exportaciones de vacunas AstraZeneca que se fabrican allí y que han sido compradas por COVAX debido al rebrote que enfrenta ese país.
La situación es “preocupante”, dijo Barbosa, pero explicó que la OMS está en negociaciones con India para ver si al menos autorizan exportar una parte de la cantidad ya adquirida.
Ante la falta de vacunas, los organismos internacionales están instando a los países desarrollados a que donen dosis que les sobran.
Etienne consideró que debido al impacto que ha tenido la pandemia en Latinoamérica y el Caribe, que durante meses ha sido el epicentro de los contagios y muertes, la región debería ser una prioridad en materia de vacunación.
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