Una mujer llevaba consigo una regla a la sede del FBI para golpear en las manos a James Hendricks cuando éste las acercara a sus piernas y pechos. Otra se fue a casa temblando luego de que Hendricks la jaló de la oreja y la besó en la mejilla durante una reunión a puerta cerrada.
Y cuando Hendricks pasó a dirigir la oficina del FBI en Albany, Nueva York, en 2018, los colegas lo describieron como un “predador hábil” que miraba lascivamente a las mujeres en el sitio de trabajo, las tocaba de manera inapropiada e incluso le pidió a una que tuvieran relaciones sexuales en una sala de conferencias, de acuerdo con un reporte federal publicado recientemente y que fue obtenido a The Associated Press.
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Hendricks se jubiló discretamente el año pasado cuando fungía como agente especial a cargo luego de que la Oficina del Inspector General, el organismo de control interno del Departamento de Justicia, concluyó que había acosado sexualmente a ocho subordinadas en uno de los casos más atroces de conducta sexual inapropiada que han sacudido al FBI.
Hendricks fue uno de varios funcionarios de alto rango del buró que fueron nombrados en una investigación de la AP el año pasado que encontró un patrón de supervisores que escapaban a las medidas disciplinarias y se jubilaban con todas las prestaciones incluso después de que se corroboraban las denuncias de acoso sexual en su contra.
El FBI dijo que no podía discutir el caso de Hendricks, pero que sostiene “una política de tolerancia cero hacia el acoso sexual y se compromete a fomentar un entorno laboral seguro donde todos nuestros empleados sean valorados, protegidos y respetados”.
Hendricks, de 50 años y que ahora escribe un blog sobre el orden público, no respondió a los mensajes en busca de comentarios. Comentó a los investigadores que sus acusantes malinterpretaron sus acciones o exageraron su conducta y que no se sentía atraído sexualmente hacia ellas.
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