Un lugar en el Boardwalk de Atlantic City donde estrellas del cine, el deporte y el rock solían ir de fiesta —y un futuro presidente afiló su habilidad para la bravata y la exageración— quedó reducido a una montaña polvorienta de escombros el miércoles.
El antiguo casino Trump Plaza fue destruido mediante una implosión cuando su deterioro era tal que trozos del edificio se desprendían y caían a tierra.
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Una serie de estruendos remecieron el edificio alrededor de las 9 de la mañana, éste se estremeció como una ola de atrás hacia adelante y finalmente cayó en medio de una gigantesca nube de polvo que envolvió la playa y el Boardwalk. El derrumbe de la estructura se consumó en menos de 20 segundos.
“Me dio escalofríos”, dijo el alcalde Marty Small. “Éste es un momento histórico. Fue emocionante”.
Small calculó que la montaña de escombro tiene unos ocho pisos de altura y se la removerá para el 10 de junio. Los ambientalistas podrían usar una parte para su proyecto de construir un arrecife artificial frente a la costa de Atlantic City.
Otras partes del complejo casino-hotel con frente en el Boardwalk y la avenida Pacific, la arteria principal de los casinos, no fueron incluidas en la implosión. Se las demolerá en un futuro próximo mediante maquinaria pesada, no explosivos.
Otrora la joya del imperio de casinos del expresidente Donald Trump, su demolición abre el camino para una gran oportunidad de desarrollo en medio del Boardwalk, donde el Plaza solía promocionarse como el “centro de mesa de Atlantic City”.
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“Es increíble cómo colocamos en el mapa del mundo al Trump Plaza y Atlantic City”, dijo Bernie Dillon, gerente de eventos del casino de 1984 a 1991. “Una noche, antes de una pelea de (Mike) Tyson, me quedé parado al ver a dos tipos que mantenían una conversación íntima: Jack Nicholson y Warren Beatty”.
“Eso sucedía muy seguido: uno veía entrar a Madonna y Sean Penn, a Barbra Streisand con Don Johnson, a Muhammad Ali, a Oprah sentada con Donald en el ringside”, evocó. “Era una época especial. Lamento que se acabe”.
Aunque el expresidente lo construyó, su dueño actual es otro multimillonario, Carl Icahn, quien adquirió los dos últimos casinos Trump en 2016 después de sus muchas bancarrotas.
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