El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, inició la sesión el martes apuntando un dedo acusador al presidente Donald Trump: la turba trumpista que asaltó el Capitolio escuchó las “mentiras” del mandatario saliente y otros para lanzar la insurrección en el intento de anular la elección del demócrata Joe Biden.
McConnell nunca había increpado al presidente saliente de manera tan intensa y pública. Prometió una investidura “segura y exitosa” de Biden el miércoles en el Capitolio, que está rodeado por medidas de seguridad extremas.
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“Alimentaron a la turba con mentiras”, dijo McConnell. “La provocaron el presidente y otras personas poderosas y trataron de usar el miedo y la violencia para detener un proceso específico de la primera rama del gobierno federal que no les gustó”.
McConnell recordó que el expresidente George H.W. Bush llamó a la fachada occidental del Capitolio el “porche delantero de la democracia” y dijo que después de la investidura de Biden en el lugar, “seguiremos adelante”.
El último día completo en funciones de Trump es a la vez el primer día de regreso de los senadores después del violento asalto al Capitolio, una transición sin igual en la que la cámara alta avanza hacia el juicio político del mandatario saliente e inicia las audiencias de confirmación del gabinete del presidente entrante Joe Biden.
Tres senadores electos demócratas prestarán juramento el miércoles poco después de la investidura de Biden. Los nuevos senadores darán a los demócratas la más mínima de las mayorías: 50-50, en la cual la vicepresidenta Kamala Harris tendrá el voto decisivo en caso de empate.
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Los dos líderes de bloques, McConnell y el demócrata Chuck Schumer, se reunirán en las próximas horas para conversar sobre las disposiciones a adoptar, dijo una persona al tanto de los planes y que habló bajo la condición de anonimato.
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El inicio de la nueva sesión del Congreso obligará a los senadores a aceptar que Trump ya no está y que se trata de una transferencia del poder como casi ninguna otra en la historia del país. Los senadores regresan a un Capitolio con destrozos y a la vez un Senado paralizado por el partidismo extremo de los legisladores.
Los senadores republicanos enfrentan una decisión difícil: la de condenar a Trump por incitar a la insurrección, lo que significa romper relaciones con un presidente derrotado pero que conserva gran influencia sobre la base del partido, aunque su futuro es incierto. Además los senadores deben iniciar la confirmación del gabinete de Biden y decidir si aprueban un proyecto de ley de rescate por el COVID-19 de 1,9 billones de dólares.
En sus primeras declaraciones en la audiencia de confirmación, el postulado a secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, prometió investigar a fondo el “horrendo” ataque al Capitolio.
Mayorkas dijo a la Comisión de Seguridad Nacional del Senado que, de ser confirmado, hará todo lo posible para garantizar que “la profanación del edificio que constituye uno de los tres pilares de nuestra democracia y el terror que sintieron ustedes, sus colegas, su personal y todos los presentes no volverá a suceder”.
Cinco de los designados por Biden tenían programadas sus audiencias el martes, a medida que el Senado se apresta a confirmar a algunos inmediatamente después de la investidura del presidente electo. Esto es habitual, sobre todo en el caso del equipo de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Biden quiere que el Senado aborde la confirmación de sus designados, el proyecto de COVID y el juicio político de Trump, algo difícil para una institución habituada a proceder lentamente y con enfrentamientos enconados.