BUENOS AIRES (AP) — Un sacerdote católico argentino acusado de abusos sexuales a varios menores se suicidó en la ciudad de La Plata, confirmaron el martes autoridades eclesiásticas.
La muerte del cura Eduardo Lorenzo la víspera en su vivienda fue lamentada por Víctor Manuel Fernández, arzobispo de esa localidad situada a unos 60 kilómetros al sur de Buenos Aires.
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“Ante la muerte de nuestro hermano Eduardo Lorenzo, que se quitó la vida después de largos meses de enorme tensión y sufrimientos, solamente nos cabe unirnos en oración por él para que el Dios de la vida lo reciba en el amor infinito”, expresó el religioso en un comunicado.
“Acompañamos con la plegaria a sus familiares, amigos y a quienes lo apreciaban como sacerdote. Más allá de que no se había concluido un juicio por las acusaciones presentadas, también oramos por quienes puedan haberse sentido ofendidos o afectados por él”, dijo el arzobispo platense.
Lorenzo decidió quitarse la vida tras conocer la decisión de un juzgado de hacer lugar a su pedido de detención por la fiscalía.
El cura había negado los abusos. “Yo no soy un pedófilo”, se defendió hace una semana ante una consulta del diario La Nación. “Estoy demolido, estoy en un momento de mi vida espantoso”, agregó.
El sacerdote fue capellán penitenciario y fue párroco de distintas iglesias de la provincia de Buenos Aires. Las denuncias de abusos sexuales de al menos cinco adolescentes se remontan a los años 90 y a 2008.
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“La muerte del cura Eduardo Lorenzo confirma que los sobrevivientes dijeron y dicen siempre la verdad”, dijo la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina en un comunicado, que también cuestionó “la dilación de la justicia y la maniobra de su defensa, que permitió que permaneciera libre a pesar del pedido de prisión”.
Lorenzo estaba bajo investigación canónica y tenía licencia en su desempeño como párroco y la prohibición de realizar actividades con menores de edad.
En noviembre la justicia argentina dictó las condenas más elevadas de su historia a curas abusadores al sentenciar al octogenario italiano Nicola Corradi a 42 años de cárcel y al argentino Horacio Corbacho a 45 años por múltiples abusos a niños sordos de Instituto Antonio Próvolo en la provincia de Mendoza, en el oeste argentino. Corradi había sido denunciado por sordos italianos décadas atrás, sin que hubiera consecuencias penales o en la justicia canónica.