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Mujer liberada por Estado Islámico narra cómo vio morir a su hijo

Además, vio cómo otro familiar recibía varios disparos y se desangraba durante cinco horas.

Mujeres y niños liberados por el Estado Islámico AP

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Una siria que fue capturada por milicianos del grupo Estado Islámico dijo que su hijo de 8 años murió en su regazo luego de que los extremistas lo balearon a él y a su primo durante un operativo militar para liberarlos más de 100 días después de que fueron secuestrados.

Najwa Abu Ammar, de 35 años, fue secuestrada con sus dos hijos e hija y junto con más de una veintena de personas en julio de la provincia sureña de Sweida en un ataque en el que los milicianos mataron a más de 200 personas.

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El jueves, cuando comenzó un operativo militar para liberarlos, los niños estaban aterrorizados durante el tiroteo, comentó. Su hijo, de nombre Rafaat, y su primo de 13 años, Qusay, corrieron y los milicianos les dispararon.

“Estábamos al aire libre en las faldas de un valle mientras se desataron los enfrentamientos entre el Ejército y los milicianos”, dijo. “Cuando mi hijo intentó huir, ellos (los milicianos del Estado Islámico) le dispararon. Estaba en mi regazo cuando murió”.

Su primo Qusay se desangró durante casi cinco horas antes de morir, contó Abu Ammar.

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“Estoy muy triste”, comentó a The Associated Press en una entrevista telefónica desde su aldea lejana de Shibiki, desde donde contó cómo vio morir a su hijo. “Estoy cansada”.

Un gran cortejo fúnebre para los dos niños salió del hospital nacional de Sweida hasta su aldea, ubicada a unos 30 kilómetros (18 millas) al este.

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“Cuál es el pecado de esos niños inocentes que deberían estar en la escuela”, dijo Monzer al-Shoufi, residente de Sweida y que estuvo en la procesión, a la AP vía telefónica.

La familia de Abu Ammar sufrió otra pérdida en el secuestro, la abuela de Rafaat murió el día de las abducciones.

Nashaat Abu Ammar, el padre de Rafaat, dijo que su madre estuvo entre los capturados por los milicianos, quienes forzaron a la anciana a caminar cerca de 4 kilómetros (2,5 millas). Cuando ya no pudo continuar, le dispararon.

Los ataques en la provincia poblada mayoritariamente por la minoría religiosa de los drusos incluyeron varios ataques suicidas. La violencia perpetrada el 25 de julio devastó a la comunidad y destrozó la tranquilidad en la región. Por lo menos 216 personas fallecieron y los milicianos huyeron con los secuestrados.

Najwa Abu Amar dijo que los radicales retuvieron al grupo en distintos escondites, incluido en un campamento y una cueva, y que una vez los tuvieron en un automóvil en movimiento durante más de 12 horas sin decirles a dónde se dirigían.

Los milicianos los alimentaron en algunas ocasiones y golpeaban e insultaban a los pequeños. No los torturaban, dijo Abu Ammar, pero conforme el paso del tiempo, comenzaron a amenazar con matarlos.

Por lo menos dos mujeres y un hombre murieron mientras estaban secuestrados, incluida una que fue baleada por los radicales para presionar a las autoridades a negociar su liberación.

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