Por: Omaya Sosa Pascual y Jeniffer Wiscovitch
Centro de Periodismo Investigativo
Quien transita las vías principales del área metro en Puerto Rico los ha visto: carteles caseros que cargan tristeza, con fotos de personas desaparecidas tras el paso del huracán María y los contactos de los familiares que aún las andan buscando.
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Las primeras semanas de la emergencia la lista de los desaparecidos a raíz del huracán llegó a sumar 253 nombres, pero después desaparecieron del radar del gobierno y de las noticias.
Sin embargo, a tres meses del ciclón, 45 personas aún no han sido encontradas y los esfuerzos de la Policía de Puerto Rico por buscarlas han sido mínimos o inexistentes según encontró el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) a través de revisión de documentos, entrevistas a agentes y entrevistas a familiares. Aunque la Policía emitió un “plan especial” para atender la avalancha de casos tras el huracán, esto ocurrió tres semanas después del evento atmosférico, perdiendo la uniformada un tiempo que es crítico cuando se trata de encontrar a una persona perdida.
La comisionada de la Policía Michelle Hernández de Fraley dijo en entrevista con el CPI que la demora respondió a las condiciones precarias en las que quedó la uniformada tras el azote de María, con serios problemas de comunicación y estrechez de recursos, buena parte de los cuáles tuvieron que destacarse de inmediato a labores de rescate.
Según explicó, la información sobre los desaparecidos comenzó a fluir manualmente y a cuentagotas, y se asignó el análisis a tenientes coroneles. Cuando se dieron cuenta de que había un aumento inusual en los informes de desaparecidos y una gran desesperación de los familiares, citaron una reunión el sábado, 7 de octubre para atender los casos reportados del 20 al 27 de septiembre, de forma prioritaria. Aunque después de esa fecha Puerto Rico seguía en estado de emergencia, decidieron concentrarse internamente en esos casos porque fue el periodo en que no había vías de acceso para transportarse, y solo un medio de comunicación al aire, por lo que la desesperación de los familiares era mayor, dijo.
“Nosotros mismos dentro de la Policía de Puerto Rico teníamos situaciones de falta de comunicación. Nosotros estábamos, en la mayoría de ese tiempo, que (los policías) tenían que venir de las áreas al Cuartel General a reportar”, agregó la comisionada al ser cuestionada sobre la tardanza de la Policía en comenzar a trabajar con los desaparecidos luego del huracán.
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El “plan de trabajo” para atender estos casos lo que implicó fue una instrucción verbal emitida a personal del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC), y a los jefes de la División de Personas Desaparecidos y de las comandancias, por el coronel Francisco Rodríguez, comisionado auxiliar en Investigaciones Criminales. Ese “plan” indicaba que los agentes investigadores visitaran los hogares de las personas desaparecidas cada dos días a ver si habían aparecido y que buscaran con intensidad, según explicó el sargento José Carlo Rosario, jefe de la División de Personas Desaparecidas. Según varias entrevistas realizadas en la realidad los agentes solo llamaron o visitaron refugios y hospitales de su zona, y el Instituto de Ciencias Forenses (ICF).
“No cambió el proceso para nada; todo continúa igual. Lo que sí es que la gente, los ciudadanos han estado más desesperados”, apuntó Rosario al CPI, y dijo que se asignaron más recursos en las regiones para priorizar estos casos.
Sin embargo, el CPI encontró que los recursos asignados por la Policía a la monumental tarea son escasos: un agente para hacer la búsqueda de 19 personas en cinco pueblos de la montaña, como es el caso de la Región de Aibonito; y dos agentes asignados para los nueve pueblos de la Región de Mayagüez con 19 casos. Muchos de los desaparecidos iniciales aparecieron por cuenta propia una vez comenzaron a mejorar los problemas de comunicación, y cinco de ellos aparecieron muertos. La búsqueda prácticamente ha estado en manos de los familiares, quienes frecuentemente con escasos recursos hacen lo que pueden a diario.
El CPI encontró casos en que ni siquiera las gestiones mínimas se hicieron. Entre ellos el de Luis “Chiquín” Negrón Ramírez, quien desapareció el pasado 3 de octubre tras salir de su casa temprano en la mañana en el área de Villa Taína en Cabo Rojo. Chiquín, carpintero de 74 años, gozaba de buena salud y de buen humor, pero antes del huracán había comenzado a mostrar algunas señales de comienzos de posible demencia con olvidos cotidianos. Tenía órdenes médicas de hacerse pruebas la misma semana que el huracán categoría 4 azotó Puerto Rico, relató al CPI su esposa, Ivette Andújar Torres.
“Lamentablemente (no han hecho) nada”, sentenció sobre la labor de la Policía.
El fenómeno afectó severamente el entorno de la casa de Negrón Ramírez y a varios miembros de su familia. Su hijo perdió el techo, una de sus hijas tenía un recién nacido que requería de un medicamento inyectable que no se podía conseguir, y sin energía eléctrica ni agua, su familia tuvo que mudarse a casa de esa hija para sobrevivir, dificultándole a su vez el cuidado de su hermana y vecina de 80 años, con retardación mental. Viéndose imposibilitado de resolver los múltiples problemas de su familia y de su propio hogar, Negrón cayó en una depresión que a diario le hacía revivir el temor que tenía de que el techo de su casa de madera con techo de zinc saliera volando con los vientos.
“Del huracán para acá él cambió su forma de ser”, dijo Andújar Torres con la mirada baja.
A pesar de que la casa no sufrió los daños que él temía, Negrón Ramírez estaba triste y se la pasaba llorando. El viernes, 29 de septiembre, ocho días luego del paso de María, Negrón Ramírez caminaba fuera de la casa con “una mirada que no era la misma” de antes, recuerda su esposa.
“Era como si no estuviera dentro de él. La mirada era perdida”, explicó compungida su hija Denisse Negrón Andújar, de 31 años.
La noche antes de desaparecer, el lunes, 2 de octubre, Chiquín pernoctaba en la casa de su hermana Sonia, quién sufre retardación y al día de hoy desconoce que su hermano y cuidador está desaparecido. Le han dicho que anda visitando unos familiares para evitar hacerle daño con la noticia, ya que también tiene un padecimiento del corazón.
Sonia relató al resto de la familia que al otro día su hermano salió de su casa a eso de las 7 a.m. hacia su casa, que queda justo al lado. Allí presumen que se puso el polo rojo y pantalón corto crema que su esposa e hija le habían dejado encima de la cama, vestimenta que usaba para hacer trabajos, ya que el día anterior había quedado que iban a limpiar el hogar del desastre dejado por el huracán. Pero cuando éstas llegaron a la casa, no lo encontraron a él, ni la ropa. Desde entonces no han sabido más de su Chiquín.
A dos meses de la desaparición, Ivette y sus hijas están completamente insatisfechas con el trabajo que ha realizado la Policía. Según dijeron, contrario a lo ordenado por el coronel Rodríguez, ningún oficial de la Policía ha visitado su hogar. Son ellas quienes llaman a la Policía cuando reciben alguna llamada de personas que dicen lo han visto en algún lugar y que ellas mismas acuden a verificar si se trata de él o no. No reciben ninguna llamada de la Policía para hablarles de los adelantos en el caso.
“Solamente han dicho que ellos están buscando”, aseguró Denisse.
El agente investigador del caso, el tercero que les han asignado ya, es al momento el sargento Joel Ayala del Cuerpo de Investigaciones Criminales de la Región de Mayagüez. Abordado para obtener su versión de la historia, reacio y nervioso, rechazó que la Policía no esté realizando un esfuerzo por encontrar a Negrón Ramírez, pero reconoció ante el cuestionamiento del CPI que solo llama a los familiares cuando estos le llaman, o sea, les devuelve la llamada.
“Obviamente, si yo no tengo información (no los llamo). Yo le explicó a ellos lo que se está haciendo en base a la investigación: se corroboró esta información, cualquier cosa, tú me llamas. Ellos están poniendo información en Facebook, de que cualquier información que tengan comuníquense conmigo. Obviamente la información les llega a ellos y ellos me la suministran a mí”, reconoció el sargento Ayala.
A dos meses y medio de la desaparición, la Policía tampoco ha activado a su Unidad de Búsqueda y Rescate, especializada en rastrear personas en áreas boscosas o de difícil acceso como lo es el lugar frente a la casa de Negrón Ramírez donde hay amplios terrenos baldíos, zona boscosa, incluso la llamada Cueva del Pirata Cofresí, y grandes áreas de costa y mangle de difícil acceso.
“Esa parte me voy a encargar yo próximamente en hacerla, ya que debido a ciertos problemas de comunicación después del huracán María, no hemos podido hacer el protocolo de manejo de emergencias…”, sostuvo a dos meses de la desaparición del caborrojeño. Sin embargo, dijo que no pudo precisar cuándo se vaya a hacer esta gestión.
Según las hijas del desaparecido, con sus limitados recursos, Manejo de Emergencias de Cabo Rojo y dos grupos civiles de rescate fueron a buscar en la zona, pero el agente dijo no tener conocimiento de este esfuerzo y enterarse por el CPI de la información.
No obstante, aseguró que como parte de la búsqueda han visitado los hospitales de la zona y varios centros de salud mental, y han indagado en la División de Tránsito para ver si ha habido algún accidente con peatón que esté sin identificar y han realizado gestiones en la oficina de Ciencias Forenses en Mayagüez para verificar, a través de fotos, que no haya fallecido y esté sin identificar. Sin embargo, admitió que no ha hecho gestiones de visitar hospitales fuera del área oeste, ni la sede del Instituto de Ciencias Forenses en San Juan.
Al cuestionarle a Hernández de Fraley por qué la Policía no ha enviado su unidad especializada de búsqueda y rescate, reconoció que la tardanza en comenzar los trabajos después de María ya lo hacía inefectivo. “Una Unidad de Rescate usualmente se tira a poco tiempo después que algo sucede y enfocándose en un área. Si ya han pasado muchas semanas, hay ciertas cosas que no son prácticas”, sostuvo.
Al hacer una revisión de la base de datos de la Policía que contiene la información de las querellas de los 45 desaparecidos pendientes desde el huracán, el CPI encontró un patrón de casos de adultos y adultos mayores con dificultades perceptivas o condiciones mentales. Se hicieron entrevistas a familiares, vecinos, agentes de la Policía, rescatistas y funerarios en cuatro casos en Cabo Rojo, Carolina, Aibonito y Yauco para determinar la metodología que se siguió para encontrar desaparecidos. Todos coinciden en que los desaparecidos se desorientaron o descompensaron con los cambios que el desastre trajo a su entorno.
En tres de los cuatro casos también se vio poca acción de una Policía sin recursos. Hay dos agentes asignados a la tarea de investigar las desapariciones en cada una de las 13 comandancias, según Rosario, pero el CPI encontró que en la región de Aibonito había solo uno, quien además tenía que realizar tareas administrativas.