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Artista plástico boricua exhibe su colección en las Islas Vírgenes

Juan Carlos Amador estará exhibiendo su arte hasta el 15 de abril en Charlotte Amalie

Juan Carlos Amador Suministrada

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Antillano, la nueva propuesta creativa del artista plástico puertorriqueño Juan Carlos Amador, desde hace uno días, y hasta el próximo 15 de abril, es parte de la nueva puesta en exhibición de 81C, una innovadora galería de arte y residencia de artistas ubicada en la histórica Charlotte Amalie en St. Thomas.

Este es un espacio que desde octubre 2020 abrió la puerta para que artistas locales e internacionales presenten sus propuestas en un entorno de clase mundial.

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Antillano, propuesta que tiene como juego final la abstracción, emplea toques de color, pintura en aerosol, puntillismo, manchas de barras de óleo y ‘frottage’, delineando límites imaginarios y puntos de convergencia entre color y movimiento, todo inspirado en la naturaleza caribeña.

“Esta obra, lleva por nombre Antillano porque la considero una ciudadana del Caribe. Es un reflejo directo de mí, quien crecí junto al mar en Aguadilla, lugar donde los cambios de color, luz y movimiento, elementos que viven dentro de cada una de las piezas de esta nueva propuesta, están en constante evolución, naturaleza que se convirtió en mi musa”, expresó Juan Carlos Amador López, plástico puertorriqueño quien es sobrino-bisnieto de Doña Felisa Rincón de Gautier.

Según Pedro Vélez, autor del ensayo curatorial de la puesta, en Antillano, Amador mantiene las preocupaciones figurativas en el fondo de cada una de las piezas. Así, curiosamente, su proceso comienza con lo que parece ser caligrafía de graffiti, líneas y curvas que recuerdan los caminos en un mapa que conduce a una playa de surfistas, deporte que se convirtió en una de sus pasiones desde niño. Para Vélez, quien tuvo la oportunidad de ver varias de estas pinturas base de primera mano, las mismas evocan las pinturas de acción de maestros como Joan Mitchell o goteos a’la Pollock. Pinturas base a las que luego Amador les agrega capas con líneas pictóricas, algunas yaciendo planas sobre el lienzo, y otras sobresaliendo ligeramente de sus superficies, técnica que las hace lucir como una especie de glaseado de un pastel. Al tiempo, esas líneas y las formas en cada lienzo de Antillano sí se encuentran entre sí, pero casi nunca se mezclan, lo que crea una pared vibrante en capas de color ‘push-pull’.

Antillano contiene una variedad de piezas que varían abismalmente entre livianas paletas de colores y formas, hasta densos lienzos que no reflejan más que el estado de ánimo de Amador al momento de inspirarse. Por ejemplo, en Antillano XXIV, los rosas, el salmón, los naranjas y los azules fríos y apagados, rebotan en verdes profundos, al tiempo que forman amplias figuras que se entrelazan entre sí, creando este efecto tridimensional, como si estuvieran flotando. Asimismo, estas figuras podrían apreciarse como “hojas”, más también podrían parecer lluvia o son lágrimas.

Por otra parte, la propuesta de Amador también contiene piezas como Antillano XXII, la que varía en formas y colores vs. Antillano XXIV y señala un nuevo punto de partida en la práctica de Amador. Aquí las curvas, llenas de gruesas líneas giratorias en amarillo neón, resaltan serpentinas y quizás hasta confeti imaginario, mientras que las líneas voluptuosas en verde flotan con cientos de toques de pintura a medida que se mueven por la superficie. Líneas que, para el artista, podrían reflejar los caminos en un mapa que conduce a su amada playa de surfistas en cualquier parte del trópico. Asimismo, Antillano XXII presenta un ambiente carnavalesco irradiando el resplandor de la luz caribeña que tanto define la cultura de Amador.

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