El alquiler de ropa puede ser la norma en el futuro, o tan solo una moda pasajera.
Las tiendas, no obstante, no pueden darse el lujo de esperar a ver si esta onda se impone y varias están ofreciendo a sus clientes la opción de alquilar prendas por un mes en lugar de comprarlas.
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Bloomingdale’s, Banana Republic y Urban Outfitters son las últimas que ofrecen este servicio en Estados Unidos. Incluso la fabricante de zapatos Designer Brands dice que está considerando la posibilidad de alquilar sus calzados.
El alquiler de ropa genera 1.000 millones de dólares en Estados Unidos y se espera que esa suma llegue a los 2.500 millones en el 2023, de acuerdo con la firma investigadora del mercado GlobalData.
El alquiler de ropa es una nueva expresión de la economía colaborativa, en la que los clientes –sobre todo veinteañeros y treintañeros– no tienen tanto interés en ser propietarios ni en hacer grandes inversiones, pero de todos modos quieren tener acceso a distintas marcas y servicios, según Steve Barr, director de mercados al consumidos de PwC.
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“Ya no tienes que ser víctima del mito de que hay que consumir continuamente y una persona puede sentirse orgullosa luciendo algo sin necesidad de comprarlo”, expresó Jennifer Hyman, CEO y cofundadora de Rent the Runway, pionera desde el 2009 del modelo que ahora numerosas tiendas tratan de imitar.
En lo que respecta a la ropa, los alquileres ofrecen esperanzas en momentos en que el mercado está saturado de prendas que a menudo deben ser vendidas con grandes descuentos. Varias tiendas ya han entrado en el negocio de vender ropa usada, otra tendencia popular de la economía colaborativa.
En Estados Unidos, tiendas como J.C. Penney y Macy’s se han asociado con ThredUp para vender prendas usadas en buen estado. Nordstrom está explorando la venta de ropa de segunda mano.
Estos son vistos como pasos necesarios en una época mala para el sector de la ropa.
“Las tiendas de ropa enfrentan muchas presiones”, dijo Ken Perkins, presidente de Retail Metrics, una firma investigadora del mercado. “Tienen que invertir en promociones, en las ventas por la internet y ahora en el alquiler de ropa y la venta de prendas usadas. El mercado del alquiler de ropa es pequeño, pero va a crecer, y tendrán que invertir en eso”.
Christine Hunsicker, CEO y fundadora de CaaStle, un startup que maneja inventarios y envíos de mercancías, dice que los servicios de alquiler de ropa generan márgenes de ganancias del 20% al 25% comparado con solo el 5% de las tiendas tradicionales.
Pero a diferencia de Rent the Runway, un servicio especializado en prendas de diseñadores caras, las economías de las tiendas tradicionales encaran otros retos, incluido el lavado a seco, el envío y la comercialización de sus productos, además del manejo de la rutina diaria de una tienda.
Una docena de tiendas, entre ellas Banana Republic y Bloomingdale’s, encomiendan a CaaStle el manejo de la logística. Pero Urban Outfitters, que permite a sus clientes alquilar los productos de su marca y también de otras que vende en sus locales, como Reebok y Levi’s, se encarga ella misma de todo, lo que constituye una empresa formidable.
“Las tiendas están acostumbradas a manejar productos, no servicios”, dijo Hunsicker.
Algunos expertos se preguntan qué sentido tiene alquilar prendas baratas de cadenas de tiendas que la gente puede comprar usadas o conseguirlas a precios muy bajos.
Elizabeth Kashin, de 53 años, de Indianápolis, dice que la ropa de segunda mano de Urban Outfitter que recibió por correo no parecía limpia.
“Puedo ir a un negocio de prendas de segunda mano y tener una mejor experiencia”, manifestó.
Las tiendas enfrentan los mismos retos que Rent the Runway. Los clientes se quejan del servicio al consumidor y de las tarifas adicionales. Rent the Runway, por ejemplo, cobra 50 dólares por cada día que el cliente se pasa de la fecha para la devolución. Eso puede ser el doble del valor de la prenda.
Otro tema es que hay pocos sitios adonde devolver las prendas, lo que no deja otra opción que enviarlas por correo.
La propia Rent the Runway tuvo que adaptarse a una clientela cada vez más exigente. Al principio ofrecía solo vestidos para fiestas, pero ahora su clientela alquila un promedio de 120 días por año. También ofrece ropa para niños y cosas para la casa, en sociedad con West Elm, una cadena de muebles y objetos decorativos.
Vara Pikor, de 26 años, agente de una empresa de seguros de Manhattan, dice que es adicta a Rent the Runway.
“Puede ser un hábito para toda la vida”, expresó. “Así no tengo tantas prendas en casa”.