Un estudio de la Universidad de Nueva Gales, Australia, desmonta la teoría de muchos padres que prefieren “iniciar” a sus hijos en el consumo de alcohol dentro de sus hogares, para que eviten “tentaciones” de extraños.
Los científicos hallaron que en el 81% de los casos quienes comenzaron a tomar licor antes de la edad permitida y bajo el amparo de sus padres “informaron haber bebido en exceso, o haber consumido más de cuatro bebidas en una sola ocasión”.
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Los resultados de la investigación, divulgada a principios de este año por la revista digital Lancet Public Health, demostraron que estos jóvenes tienen más del doble de probabilidades de beber en exceso o muestran síntomas de trastorno por consumo de alcohol en comparación con quienes no tienen fácil acceso al licor.
Una mala decisión
La doctora Maribel Lizarzábal, gastroenteróloga y hepatóloga, considera que “hay que reducir a toda costa el riesgo de daño relacionado con el alcohol en nuestros hijos menores de edad”. Explica que “la tarea responsable es enseñar a sus hijos el consumo moderado, ocasional y responsable, hacer cumplir las estrictas normas relacionadas y controlar el comportamiento de los niños”.
En su blog, señala “que si le diste a probar a tus hijos alcohol por un corto tiempo y después lo prohibiste, esto no reduce la posibilidad de que sean suplidos por otras personas”. Recomienda manejar este tema con tacto.
Consecuencias
Lizarzábal apela al estudio que recopiló datos durante seis años, de casi dos mil padres y adolescente, de entre 12 y 18 años, para llamar a la conciencia de quienes considera que tomar licor es parte de la cultura de su país.
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Para la especialista el conflicto surge cuando los padres creen que sus hijos corren el riesgo de obtener las bebidas en otros lugares, como las fiestas o sitios nocturnos, y prefieren darles un trago en casa para que no se expongan en la calle.
“El consumo de alcohol en los menores de edad puede llevar a lesiones, accidentes automovilísticos fatales, comportamiento sexual irresponsable y también hay un riesgo potencial para el desarrollo del cerebro”, advierte la galeno.