Estilo de Vida

Consecuencias de elegir a un NAZI

Lea la opinión de Alejandro Figueroa

Cuando el presidente Trump caracterizó a los inmigrantes como “animales”, algunas personas lo excusaron, alegando que solo se refería a los miembros de ciertas pandillas como la Mara Salvatrucha, mejor conocida como MS-13. Sin embargo, su uso en días recientes de la palabra “infestar” en relación con los seres humanos es imposible de ignorar. El tuit del presidente en cuanto a que los inmigrantes “infestarán nuestro país” incluye una opción de verbo alarmante para cualquier persona con conocimiento de la historia.

Caracterizar a las personas como alimañas ha sido históricamente uno de los pasos mediante los cuales se sientan las bases para el asesinato y el genocidio. Los nazis se basaron en el odio centenario de los judíos como portadores de enfermedades en una película titulada Der Ewige Jude o The Eternal Jew. Como señala el Museo del Holocausto en su página web, en una sección titulada “Definir el enemigo”, una de las secuencias más notorias de la película compara a los judíos con las ratas que transportan el contagio, inundan el continente y devoran recursos preciosos.

Para todo ser pensante en los Estados Unidos y en el mundo debe quedar diametralmente claro —por si acaso no quedó claro con sus estribillos de campaña de “Build that Wall”— que lo que está sucediendo ahora, lo que está haciendo el presidente Trump en cuanto a los inmigrantes es “definirlos como el enemigo”. Sustituya las alegaciones nazis en cuanto al “continente” por las alegaciones de Trump en cuanto al “país” y la imagen no puede estar más clara.

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Para cualquiera que esté familiarizado con la historia nazi, la exhibición de Degenerate Art, la película The Eternal Jew y la persistente campaña para pintar a los judíos como insectos o animales, y, ciertamente, no humanos, el uso de la palabra infest no solo es notable, sino también espantosa. Es por esto que los estudiosos de la literatura y la historia judía han dado la voz de alerta sobre lo que está sucediendo en la frontera y el lenguaje que rodea a la inmigración bajo la administración Trump.

No cabe la menor duda de que la política de la administración Trump de separar a los hijos de sus padres hispanos que buscan asilo es una atrocidad. La misma nos fuerza a recordar la estrategia nazi para dividir a las familias judías. Esto, señoras y señores no es otra cosa que racismo en todo su esplendor y el despliegue de la política pública para la cual el fin justifica los medios, tal cual Adolfo Hitler y su proceder. 

La ironía está en que ningún otro país pone tanto énfasis en la “libertad” como los Estados Unidos. Patrick Henry exigió “libertad o muerte”. El himno nacional llama a América “la tierra de los libres”. Grandes reformadores, desde Abraham Lincoln hasta Martin Luther King, han instado a los Estados Unidos a cumplir su ideal de “libertad”. Es más, cuando un grupo de estadounidenses de Francia quisieron adular a los Estados Unidos, enviaron la Estatua de la Libertad. Ningún otro país se jacta tanto de su misión de dar libertad al resto del mundo. Woodrow Wilson pensó que tenía un deber dado por Dios de liberar a la humanidad. George Bush consideraba su política exterior como una cruzada por la libertad: “el derecho y la esperanza de toda la humanidad”. Entonces eligieron a Trump. 

Esperemos que la mayoría pensante de la Nación levante su voz en contra de esta y las muchas otras políticas descabelladas de la actual Administración.  Más aún, esperemos que la elección de Trump y las consecuencias que esto ha conllevado sirva de lección de que la política no es un deporte ni un hobby; el elegir a las personas que dirigen los destinos de un país es una responsabilidad sagrada que o se toma en serio o se sufren las consecuencias.

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