Lawrence Ferlinghetti, el poeta, editor y librero que ayudó a impulsar y perpetuar a la generación Beat en la década de 1950 y encarnó su espíritu curioso y rebelde hasta bastante entrado el siglo XXI, ha muerto. Tenía 101 años.
Ferlinghetti, una institución de San Francisco, falleció el lunes en su casa, dijo su hijo, Lorenzo Ferlinghetti. Estaba a un mes de cumplir 102 años. Murió “en su propia habitación” sosteniendo la mano de su hijo y de la novia de su hijo “mientras daba su último respiro”. La causa de muerte fue una enfermedad pulmonar. Ferlinghetti había recibido la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 la semana pasada, dijo su hijo el martes.
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Pocos poetas de los últimos 60 años fueron tan conocidos o influyentes. Sus libros vendieron más de un millón de ejemplares alrededor del mundo, una fantasía para prácticamente cualquiera de sus colegas, y dirigió una de las librerías más famosas y distintivas del mundo, City Lights.
Aunque nunca se consideró a sí mismo como uno de los Beats, era un mecenas y alma gemela y, para muchos, un símbolo perdurable: predicaba un sueño americano más noble y extático.
“Soy la consciencia de una generación o simplemente un viejo quejándose y tratando de escapar a la consciencia materialista y avariciosa dominante de Estados Unidos?”, se preguntó en “Little Boy”, una novela escrita siguiendo su flujo de consciencia, publicada cerca de su 100 cumpleaños.
Hizo historia. A través de la editorial de City Lights libros de Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William S. Burroughs fueron publicados, mientras que el épico poema de Ginsberg “Howl” (“Aullido”), lo llevó a un juicio por obscenidad en 1957 y abrió la brecha para la libertad de expresión.
También retó a la historia. Las ventas por internet, las cadenas de librerías y los altos costos de las rentas cerraron numerosas librerías en la zona de la Bahía de San Francisco, pero City Lights se mantuvo como un centro cultural y político en ebullición, donde una sección estaba dedicada libros de “competencia revolucionaria”, y donde los empleados se podían tomar el día libre para ir a una manifestación contra la guerra.
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“Generalmente la gente se vuelve más conservadora a medida que envejece, pero en mi caso parezco haberme vuelto más radical”, dijo Ferlinghetti a la revista Interview en 2013. “La poesía debe ser capaz de responder el reto de los tiempos apocalípticos, incluso si esto significa sonar apocalíptico”.
La librería resistió incluso durante la actual pandemia, cuando se vio obligada a cerrar y requirió 300.000 dólares para mantenerse a flote. Una campaña de GoFundMe rápidamente recaudó 400.000 dólares.
Alto, con barba y ojos azules penetrantes, Ferlinghetti era introvertido y reticente a situaciones poco familiares. Pero era el más público de los poetas y su obra no estaba pensada para una contemplación en solitario. Era para ser recitada o gritada, en cafeterías, librerías o campus universitarios.
Su compilación “A Coney Island of the Mind” (“Un Coney Island de la mente”) de 1958 vendió cientos de miles de copias tan sólo en Estados Unidos. Pero por mucho tiempo fue un marginado de la comunidad poética alguna vez bromeó que había cometido el pecado de “demasiada claridad”. Decía que su estilo era “abierto de par en par” y su obra, influida en parte por e.e. cummings, era a menudo lírica y aniñada: “Los pavorreales caminaban/bajo los árboles nocturnos/en la luz/ de la luna perdida/cuando salí/buscando el amor”, escribió en “Coney Island”.
También fue dramaturgo, novelista, traductor y pintor, además era muy admirado por los músicos. En 1976 recitó “The Lord’s Prayer” en el concierto de despedida de The Band inmortalizado por in Martin Scorsese en “The Last Waltz”, mientras que la banda de rock folk Aztec Two-Step tomó su nombre de un verso de “Coney Island”. Ferlinghetti también publicó algunas de las primeras reseñas de cine de Pauline Kael, quien con The New Yorker se convirtió en una de las críticas más influyentes del país.
Vivió mucho y bien a pesar de tener una infancia traumática. Su padre falleció cinco meses antes de que naciera en Yonkers, Nueva York, en 1919, dejándole una sensación de pérdida que lo asechaba, pero que le dio mucha de la tensión creativa que impulsó su arte. Su madre, quien no pudo lidiar con la pérdida, tuvo una crisis nerviosa dos años después de la muerte de su padre. Eventualmente desapareció y murió en un hospital estatal.
Ferlinghetti pasó sus años mudándose entre parientes, casas de acogida y un orfanato antes de que fuera adoptado por una familia rica de Nueva York, los Bislands, para quien su madre había trabajado como institutriz. Estudió periodismo en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, una maestría en literatura en la Universidad de Columbia y un doctorado en la Sorbona en París. Entre sus primeras influencias estaban Ernest Hemingway, Thomas Wolfe y Ezra Pound.
Ferlinghetti odiaba la guerra porque estuvo en una, fue capitán de fragata de la Armada y estuvo de base en Japón. Recordaba visitar Nagasaki pocas semanas después de que Estados Unidos hubiese lanzado la bomba atómica. La carnicería, dijo, lo hizo “un pacifista instantáneo”.
A comienzos de la década de 1950 se estableció en San Francisco y se casó con Selden Kirby-Smith, de quien se divorció en 1976 (tuvieron dos hijos). Ferlinghetti también se convirtió en miembro del movimiento literario en ascenso de la ciudad, el llamado Renacimiento de San Francisco, y pronto ayudó a establecer un punto de reunión. Peter D, Martin, un sociólogo, había abierto una librería en la sección de North Beach y le puso un nombre inspirado en una película recientemente estrenada de Charlie Chaplin “City Lights” (“Las luces de la ciudad”). Cuando Ferlinghetti vio el frente de la tienda en 1953 le sugirió a Martin volverse socio cada uno contribuyó 500 dólares.
Ferlinghetti contó después al New York Times: “City Lights se convirtió casi en el único lugar donde podías entrar, sentarte y leer libros sin que te molestaran para comprar algo”.
Los Beats que se habían conocido en Nueva York en la década de 1940 tenían ahora una base. Un proyecto de City Lights fue su serie Pocket Poets, que ofrecía ediciones a bajo costo, especialmente de “Howl” de Ginsberg. Ferlinghetti había escuchado a Ginsberg leer una versión en 1955 y le escribió: “Te felicito al comienzo de una gran carrera. ¿Dónde puedo conseguir el manuscrito?”, una versión de parodia de un mensaje enviado por Ralph Waldo Emerson a Walt Whitman tras leer “Hojas de hierba”.
Ferlinghetti publicó “Howl and Other Poems” (“Aullido y otros poemas”) en 1956, pero las autoridades de aduana confiscaron ejemplares del libro que estaban siendo enviados desde Londres y Ferlinghetti fue arrestado por obscenidad. Después de una sonada batalla en la corte, un juez en 1957 dictó que “Howl” no era obsceno, a pesar de sus temas sexuales, citando la relevancia del poema como una crítica a la sociedad moderna. Una película de 2010 sobre el caso, “Howl”, fue protagonizada por James Franco como Ginsberg y Andrew Rogers como Ferlinghetti.
Ferlinghetti también publicó “Book of Dreams” (“El libro de los sueños”) de Kerouac, escritos hechos en prisión por Timothy Leary y “Lunch Poems” (“Poemas a la hora de comer”) de Frank O’Hara. Ferlinghetti se arriesgó ir a prisión por “Howl” pero rechazó el clásico “Naked Lunch” (“El almuerzo desnudo”) de Burroughs, pues temía que la publicación llevaría “seguramente a una locura legal premeditada”.
En los últimos años la vista de Ferlinghetti era deficiente, pero siguió escribiendo y abriendo City Lights. El sistema lo recibió bien aunque el afecto no siempre fuera correspondido. Fue nombrado primer poeta laureado de San Francisco en 1998 y City Lights fue nombrada sitio histórico de la ciudad tres años después. Recibió un premio honorario del Círculo Nacional de Críticos de Libros en 2000 y cinco años después una medalla del Premio Nacional del Libro por su “incansable trabajo a nombre de los poetas y de la comunidad literaria entera”.
“La cultura mercantil estadounidense podrá globalizar al mundo, pero no es la cultura dominante de nuestra civilización”, dijo Ferlinghetti al recibir el premio. “La verdadera cultura dominante está hecha no de petróleo, sino de literatos, editoriales, librerías, editores, bibliotecas, escritores y lectores, universidades y todas las instituciones que los apoyan”.
En 2012 Ferlinghetti ganó el Premio Internacional de Poesía Janus Pannonius de PEN Club Hungría. Cuando supo que el gobierno de derecha del país era patrocinador del premio lo rechazó.
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