Shia LaBeouf (Transformers, Fury, Honey Boy) interpreta al teniente de armas de un “recaudador de impuestos”, para un zar del narcotráfico mexicano en Los Ángeles, California, que controla su imperio desde la cárcel, en el nuevo drama del guionista de Training Day y director de Suicide Squad, David Ayer.
Sin embargo no es LaBeouf, quien protagoniza este filme, sino el actor de ascendencia mexicana-puertorriqueña, Bobby Soto, quien cautiva en el filme.
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Hago esta salvedad porque quien sobresale en los avances y hasta en el afiche del filme es el controvertible actor, cuya participación en esta nuevo proyecto de Ayer, no estuvo exento a controversias , cuando comenzó a circular en la internet que el actor se había tatuado todo el torso para adornar estéticamente a su personaje.
Por otro lado, ya muchos han criticado y tildado de racista, la integración de LaBeouf como un personaje latino, para lo cual el cineasta (Ayer) aclaró que el personaje es un hombre blanco que se ha criado en un entorno latino, algo que veía a diario mientras crecía en Los Ángeles, mucho antes de convertirse en el cineasta que proyectó esta dinámica sociopolítico y cultural en cintas como Harsh Times y End of Watch.
En The Tax Collector, que estrena este viernes 7 de agosto en el sistema de streaming Video On Demand, Ayer intenta presentar temas novedosos en el entorno del underground criminal de la droga, pero se queda corto en el intento, evitando entregarnos una propuesta memorable.
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No es nuevo insertar códigos religiosos en la narrativa con la intención de guiar las motivaciones de personajes en las películas de este subgénero, donde nuestro protagonista funciona en calidad de antihéroe, en el trasfondo criminal en el que se desenvuelve, aun mostrando señales de humanidad cuando perdona a algunos de sus clientes.
Colocando en contexto sus acciones David (Soto), se levanta todas las mañanas y luego de su rezo matutino, ritual que no puede faltar junto a su familia, sale en compañía de su lugarteniente, Creeper, un magnético LaBeouf, comprometido con el material en sus manos, aun cuando el personaje no logra destacarse como esperábamos por falta de trasfondo en el guión; a recaudar los impuestos por concepto de los ingresos de los negocios ilícitos de diferentes individuos y/o gangas de la ciudad.
En el camino David se tropezará con su némesis, el ambicioso “villano” del cuento, interpretado convincentemente por Jose “Conejo” Martin, individuo que le ofrece unirse a su bando para controlar la ciudad, lo cual David rechaza y se convierte en el blanco de su furia que canaliza a través de la violencia avalada por su práctica del ocultismo.
Este elemento religioso se inserta para puntualizar la guerra entre el bien y el mal, aunque ambos estén cometiendo actos criminales.
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El guión se aferra a este tema para justificar un sangriento tercer acto, donde las complejidades del personaje de David quedarán expuestas; un criminal que se balancea entre la lealtad a su oficio, con las responsabilidades de jefe de familia, consecuencias que pudieran exacerbar la discusión mediática de la glorificación de la violencia en el cine.
La cinta que sufre de una edición confusa y atropellada, también evita profundizar en algunos personajes importantes como la esposa de David (Cynthia Carmona), el tío Luis (George López), el personaje de Creeper, que desde la llegada de Conejo, se va desvaneciendo en la historia, quitándole fuerza a una potencial poderosa historia de familia y crimen.
A pesar de todos estos tropiezos, que aunque cuenta con típicos estereotipos de latinos en Hollywood, el filme presenta la triste realidad urbana de las calles, del narcotráfico y las gangas y hace muy buen uso de talento latino de Los Ángeles.
Cuenta además con una admirable dirección artística creando una atmósfera que transportará al espectador a las duras calles, que muy bien conoce Ayer, de manera creíble, en una propuesta que aunque ya hemos visto antes, no deja de ser entretenida durante los 90 minutos duración.