Disney continúa con la exitosa racha de adaptar todos sus clásicos animados a acción real, (The Jungle Book, Beauty & The Beast, Cinderella), validando su control sobre una industria que, contra todo pronóstico, continúa creciendo.
Mientras esperamos por el estreno de las adaptaciones de Aladdin y The Lion King, hoy estrena en Puerto Rico, Dumbo, una nueva versión sobre la conmovedora historia de un joven elefante rechazado por sus grandes orejas.
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Esta nueva propuesta, que conserva el corazón de la cinta original de 1941, se beneficia del particular estilo visual del director Tim Burton, quien mantiene una estrecha relación con el estudio, que se extiende por varias décadas (The Nightmare Before Christmas, Alice In Wonderland, Frankenweenie).
En esta ocasión, el estudio colocó en manos de Burton una de sus más preciadas propiedades, confiando en su sensibilidad para manejar el atemporal relato de un marginado (Edward Scissorhands, Ed Wood, Big Fish, Sweeney Todd, etc) y logra el perfecto equilibrio entre su visión distorsionada de la narrativa, extraordinarios efectos visuales y los estándares emocionales de las cintas de Disney.
La cinta comienza cuando Holt (Colin Farrell), un empleado del circo, llega de la guerra sin un brazo y con su espíritu fracturado por la pérdida de su esposa, y serán sus dos hijos, el dueño del circo (Danny DeVito) y la llegada de un nuevo integrante, Dumbo, quienes intentarán rescatar del abismo a nuestro coprotagonista.
El verdadero protagonista, quien le da nombre a la cinta, moverá la acción cuando los niños, que se convierten en el centro emocional de la cinta por la relación protectora que desarrollan con el pequeño elefante, una vez este es separado de su madre, descubren que “su defecto” le permite volar por los aires, cuando utiliza sus orejas como alas.
La cinta alza vuelo durante el segundo acto cuando hace entrada el villano del filme, en manos de un empresario, interpretado cómodamente por Michael Keaton, haciendo de esta cinta una especie de reunión con Burton y DeVito, luego de haber trabajado juntos en Batman Returns (1992). El villano de Keaton, dueño de un peculiar parque de diversiones, que desea a Dumbo como su atracción principal, tiene sus buenos momentos gracias a un guion que permite desarrollar el tema de la ambición como la principal motivación del personaje.
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Podemos concluir que la historia, que se acerca a cumplir 80 años, todavía funciona como una metáfora sobre los marginados y rechazados por la sociedad, tema muy vigente en la actualidad y que aprovechan sus realizadores para reforzar en la narrativa.
Algunos de los pocos desaciertos de la cinta son su extensa duración, que contrasta grandemente con la versión original —que no alcanzaba los 65 minutos—, extendiendo la historia innecesariamente, tropiezo que podría afectar la experiencia para los más pequeños, y la limitada participación de la actriz Eva Green como trapecista y pareja del personaje de Keaton. Aun así, Dumbo resulta ser una sorprendente y accesible propuesta de Burton, quien, sin sacrificar su esencia como cineasta y sus malabarismos visuales que resultan del agrado de su gran base de fanáticos, preserva los estándares de los clásicos de Disney.