La cadena perpetua o décadas de años en prisión no han detenido el espíritu de superación de un grupo de hombres en el Instituto Educativo Correccional Complejo Correccional en Bayamón, que con sus manos transforman la materia prima en impresionantes obras de arte.
Juntos formaron la Cooperativa Vencedores, una de las ocho cooperativas de confinados registradas en Puerto Rico.
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“Lo mío es bregar con barro, barro escultural. Yo no hacía nada. Lo que hacía era mirar, y miraba y miraba y decía: ‘Acho, yo no puedo hacer eso porque eso se ve bien difícil hacerlo’, pero, si uno se propone algo, uno lo logra”, puntualizó Melvin Pastrana Collazo, de 41 años.
Pastrana es uno de los socios fundadores de Vencedores. Lleva 18 años en prisión y fue sentenciado a 99, pero, al igual que sus compañeros, no pierde la esperanza de salir a la libre comunidad, una meta que ve posible a través del cooperativismo. Dentro del taller en el que laboran en el Instituto, Pastrana tiene su mesa de trabajo, rodeada de herramientas y materia prima. Sobre una de las paredes posa una imagen de la tenista boricua Mónica Puig con su presea dorada. La perseverancia es un elemento esencial en la vida de estos confinados.
Melvin Pastrana Collazo, de 41 años, trabaja en la elaboración de una figura del Quijote hecha en barro, en el taller de artesanía de Vencedores. / Foto: David Cordero Mercado
Iluminado principalmente por la luz del día que entra por la ventana, el confinado mostró a Metro parte del proceso de elaboración de una figura del Quijote hecha en barro.
“La artesanía es así: uno darle el tiempo, ponerle la pasión, la dedicación”, apuntó Pastrana
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Vencedores se incorporó oficialmente en el Departamento de Estado en abril de 2016 y cuenta actualmente con 12 miembros, en su mayoría artesanos, cuya imaginación y creatividad no tiene límites, contando en su inventario con una variedad de artículos que viajan desde figuras de distintos materiales y tamaños, hasta mesas de centro en madera hechas de tronco de madera, relojes y lámparas.
Ángel Reyes Rivera, de 46 años, es el presidente de la Junta de Directores de la Cooperativa. Reyes también fue sentenciado a 99 años de prisión.
“No entendí el error que había cometido hasta que comenzó a pasar el tiempo, porque uno llega y es como un juguete nuevo. Uno llega a la cárcel y conoce gente nueva. Empieza un año y los años pasan, y empiezas a sentir el efecto del daño que hiciste, del error que cometiste”, relató, al tiempo que aseguró que encontró en el cooperativismo una nueva oportunidad de salir adelante.
“Te permite prepararte para cuando salgas a la libre comunidad y en eso es que yo he visto el impacto que ha tenido en mi vida”, apuntó Rivera.
“Ha sido una herramienta mucho más amplia, porque tiene tantas cosas que puedes hacer, a parte de lo educativo, tiene la parte que te enseña, que te permite desarrollarte como empresario, porque estás en una junta y tomas decisiones”, explicó.
Reyes, de hecho, podría salir a la libre comunidad tan pronto como el próximo año, gracias en gran medida a su desempeño y rehabilitación a través del cooperativismo. Antes de llegar al Complejo Correccional de Bayamón, este socio-fundador de Vencedores formó parte de Arigos, la primera cooperativa de confinados fundada en Guayama.
“No sabía la importancia que tenía o cómo esto impactaría la vida de uno como individuo. Empecé poco a poco con ellos y cuando vi cómo aporta y la entrega de este movimiento con uno, yo dije diantre yo no sabía esto, si hubiera sabido esto me hubiera metido antes”, relató entre risas.
En términos del manejo administrativo, Vencedores funciona como el resto de las cooperativas de confinados: tiene su propia junta de directores y cada uno de sus miembros ha sido adiestrado para cumplir con sus funciones. Al igual que el resto de las cooperativas en Puerto Rico, las de confinados también son auditadas.
“Tenemos que llevar un registro de entrada de dinero, gastos, desembolso o pérdida de cultivo en algún momento. Todo se lleva registrado, así que es una operación completa que se lleva dentro de una junta de directores y mensualmente nos estamos reuniendo”, explicó Reyes, quien ya tiene planes de desarrollar una empresa de exconfinados bajo el modelo cooperativista una vez salga a la libre comunidad.
Confinados más tolerantes y preparados para la reinserción social
De acuerdo con la superintendente del Instituto Educativo Correccional, Loraine Martínez Adorno, uno de los primeros cambios que se pueden percibir en los confinados que participan en el aprendizaje cooperativo es que comienzan a ser más tolerantes y a confiar en sí mismos y en los demás a través del esfuerzo conjunto y el trabajo en equipo.
“Cuando llega el sistema del cooperativismo aquí al sistema correccional, ellos comienzan a aprender cómo dialogar, cómo trabajar en equipo”, apuntó Martínez, al tiempo que dijo que la meta principal es preparar a los confinados para su reinserción social.
Según la superintendente, la falta de empleo o de oportunidades de empleo para los exconfinados, debido a las dificultades que enfrentan por su historial criminal y récord penal, es una de las principales causas de que la persona regrese a prisión por la comisión de algún delito.
“Si nosotros los capacitamos para que ellos sean sus propios empleados y puedan crear una cooperativa de servicios, ellos se pueden unir con los aprendizajes que se les da con el sistema cooperativo en la institución y pueden desarrollar lo mismo que hacen aquí, pero en la libre comunidad”, expresó.
En el taller de artesanía de Vencedores, dividido en varias secciones, también se encontraba laborando Carlos Ritter García, de 50 años.
Ritter, quien cumple una condena de 28 años, es el experto en la elaboración de lámparas utilizando tubos PVC, aunque el día de la entrevista trabajaba en la elaboración de figuras con alambre, una técnica que aprendió a dominar recientemente.
“Si te fijas, el concepto es el mismo. Lo que va a hacer la diferencia es el gesto que le hagas a la figura. […] Es cuestión de uno imaginarse lo que quiere hacer”, explicó el hombre.
“Pertenecer a la cooperativa me ha hecho ser más responsable conmigo mismo y con las tareas que debo hacer dentro de lo que es la cooperativa, y eso me ha ayudado también a atemperar mi carácter”, añadió.
En el taller también se encontraba Ángel Fuentes Nieves, padre de una niña de 11 de años y un niño de seis.
“Realmente están orgullosos porque también he hecho cosas creativas para ellos, como sillas de Batman y Ninja Turtles en mandera. He tenido que adquirir el conocimiento aquí para satisfacerlos a ellos en los cumpleaños y en la necesidad, porque con esto también mantenemos a nuestras familias”, expresó Fuentes.
La Cooperativa Vencedores se alista para expandir sus servicios e inaugurar una panadería, además del huerto hidropónico con el que producen cilantrillo, lechuga romana y lechuga tropical. Al igual que el resto de las cooperativas de confinados, los socios de mínima seguridad obtienen pases para participar en ferias de artesanía y vender sus productos.
Nota del editor: Esta es la segunda y última entrega de la serie sobre las cooperativas de confinados en Puerto Rico.
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