Tras ser abandonada por su entrenador pocos días antes del Abierto de Estados Unidos, Mónica Puig intentó recomponerse y enfocarse en su juego. No resultó.
La puertorriqueña fue superada el lunes 6-3, 6-3 por la sueca Rebecca Peterson en la primera ronda del último Grand Slam de la temporada.
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Con lágrimas en los ojos, Puig expresó su decepción y destacó que lo hizo lo mejor que pudo.
“Duele, obviamente”, dijo a los periodistas después del partido en Flushing Meadows.
La tenista ofreció más detalles sobre la marcha de su entrenador Kamau Murray, quien optó por volver a trabajar con la estadounidense Sloane Stephens, campeona del US Open de 2017. Puig indicó que se enteró de lo ocurrido a través de personas cercanas a ella y que lo sintió como “un fuerte golpe”. Añadió que no ha hablado con Murray del asunto.
“Dar, y recibir a cambio una bofetada en la cara es duro”, señaló. “Algo así pone estrés y presión en ti porque todo lo que quieres es hacer algo por ti y tienes muchas ganas de tener éxito, y por eso esta derrota duele tanto, porque de alguna manera siento que me he fallado a mí misma.
“A veces la vida no es justa y desafortunadamente cayó en este momento”, acotó.
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A pesar del apoyo de los boricuas que había entre el público en la pequeña Cancha 8, que de vez en cuando gritaban “¡vamos! ¡vamos!”, Puig cometió 32 errores no forzados y cedió el saque en cinco ocasiones.
La campeona olímpica de 2016 sigue inmersa en una espiral negativa de resultados. No encadena victorias en un cuadro principal del circuito de la WTA desde que alcanzó la tercera ronda del Abierto de Francia a fines de mayo, y su marca en la temporada quedó en 20-19. Su mejor papel fue la semifinal en Charleston, Carolina del Sur, en abril.
La boricua de 26 años, que ocupa la posición 59 en el ranking de la WTA, obtuvo en la última semana la ayuda del entrenador serbio Dusan Vemic, quien formó parte del equipo de trabajo de Novak Djokovic entre 2011 y 2013.
“Tenía muchas ganas de ganar. Quería demostrarme a mí misma que nadie me va a tratar así, que soy más fuerte que eso”, sostuvo Puig, quien le dio a Puerto Rico su primera medalla olímpica de oro al consagrarse inesperadamente en las Olimpiadas de Río de Janeiro 2016.
Pese a todo, Puig aseguró que seguirá luchando por estar en lo más alto del tenis y por encontrar un entrenador que la ayude. También planea dejar su casa en Chicago, adonde se trasladó para trabajar con Murray, y dijo que regresará a su “hogar”, en Miami.
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“Para mí, los Juegos Olímpicos son siempre un sueño y lo de Río fue lo mejor que ha pasado en mi vida. Puerto Rico siempre me ha apoyado y dado de todo. Más allá de las olimpiadas, necesito tener resultados sólidos para sentirme bien en la cancha y que le puedo ganar a cualquiera que se me pone adelante”, declaró.