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Columna de Danixa López: Mi hijo será trilingüe

La primera vez que mi hijo de tres años fue con sus mejores amigos al cine, de lejos parecía una escena de una comedia. Yo ofrecía popcorn, la mamá colombiana ofrecía maíz y la venezolana ofrecía cotufas.   Mientras hablábamos de un cumpleaños que se acercaba, la mamá venezolana hablaba de los cotillones y la colombiana mencionaba el brinca-brinca. Resultó que los cotillones son la bolsitas de regalos y el brinca-brinca, la casa de brincos. Todas hablamos español, pero a nuestra manera. Así lo aprende mi hijo, y los niños que recién se mudan y vienen a compartir con niños de otros países latinoamericanos.

Aunque llevo 18 años viviendo en el sur de la Florida, aún hay muchas palabras que desconozco. El otro día en el supermercado, mi hijo me pidió que le comprara una cuerda. De primera, no supe de lo que hablaba. Me lo repitió y me señaló lo que quería: una cuica. Claro en donde lo cuidan brincan la cuerda, no la cuica, y así sucesivamente.

Ahora con el comienzo de las clases, los niños se expondrán a nuevas experiencias. Si recientemente se ha mudado a los Estados Unidos, además de ajustarse a una nueva vida escolar, también se encontrarán con nuevas amistades de diferentes orígenes y culturas. Y no solamente estarán los otros explicando el significado de diferentes expresiones, sino que a su hijo también le tocará explicar ciertas palabras de nuestro dialecto boricua.

A medida que nuestro vocabulario se expande, también expandimos el de los demás y con frecuencia le tocará explicar lo que son mahones, el zafacón, coger pon, la pollina, y hasta la china. Recientemente, mi hijo fue a un restaurante cubano y cuando regreso me dijo, “Mamá traje jugo, es de naranja porque no había de china”.

En Colombia por ejemplo, a una persona rubia se le llama mono y al mono le dicen mico. Hace poco me dijeron sapa y cuando estaba a punto de la ofensa, me contaron también le dicen así a las personas que son pilas y que hacen las cosas sin que se las pidan.

Así que no se sorprenda, ni se ofenda cuando escuche ciertas expresiones latinoamericanas, pues no todo es lo que parece y los significados pueden variar por cada país. Eso sí, asegúrese de pedir jugo de naranja y no de china, si es que quiere tomar algo.

 

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