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Opinión: ¿Es la coca-cola la responsable de la epidemia de obesidad en México?

Ciudad de México: Las cifras son impactantes y profundamente preocupantes: dos de cada tres mexicanos sufren de sobrepeso y —peor aún— uno de cada tres padecen de obesidad mórbida. El récord mundial de gente gorda, que Estados Unidos ha mantenido por mucho tiempo, está ahora “amenazado”’ por México.

Pero ¿quién es el responsable de esta epidemia? ¿Son los mismos mexicanos que año tras año consumen demasiadas gaseosas o refrescos y comida chatarra? ¿O la industria de comida rápida que produce y vende todo tipo de alimentos grasosos? Cuando intento responder, recuerdo la vieja pregunta: ¿quién llegó primero: el huevo o la gallina? Bien, ¡el huevo no se puede poner sin un pollo y un pollo no puede nacer sin un huevo!

El presidente Enrique Peña Nieto dio su respuesta a la pregunta de la obesidad al introducir un nuevo impuesto del 8 % a las ventas de gaseosas o refrescos. El Gobierno cree que, subiendo los precios, las ventas bajarán en un 10 a 15 %,  y el Ministerio de Salud sostiene que eso ayudará a frenar la epidemia de la obesidad. Las campañas del Gobierno, que han intentado educar al público, no han tenido ningún efecto y, por eso, el presidente ahora quiere usar nuevos métodos.

Pero déjeme preguntar otra vez. Es alarmante el aumento de gente obesa en México o en otros países de América Latina.  ¿Quién tiene la culpa? ¿Las personas que eligen comida chatarra o gaseosas o los productores que les meten por los ojos los productos a los consumidores? Rosa Hernández, una joven que conocí en la Ciudad de México mientras ella bebía una Coca-Cola, me dio esta respuesta matizada: “Elegí comprar esta bebida, por supuesto. Sé que está mal y ojalá hubiera pedido una botella de agua, pero estoy enganchada a esta ‘droga’, que viene hacia a mí sin importar a adónde vaya”.

Los mexicanos tienen, obviamente, la libertad de elegir qué quieren comer y beber. Las cifras oficiales muestran que, por ejemplo, en promedio la gente decide libremente tomar una y media lata de gaseosa por día. Ningún otro país en el mundo tiene una cifra similar. La comida chatarra, que hace un par de décadas era algo muy raro, ahora es muy común. Nadie obliga a la gente a consumirla, pero es un hecho que los mexicanos ahora comen más comida chatarra que nadie en el planeta.

La propia industria es extremadamente poderosa en México. Solo el negocio de las gaseosas es de 15 mil millones de dólares y básicamente no puedes prender el televisor o mirar por la ventana sin estar expuesto a comerciales de gaseosas o refrescos. La Asociación Nacional de Tiendas de Barrio —sí, eso existe— en México, que vende una gran cantidad de gaseosas, ha demostrado su poder esta semana con una gran campaña de marketing contra el posible nuevo impuesto a las ventas. Su argumento: nadie debería limitar a los mexicanos en lo que pueden comer o beber, porque viven en un país libre.

La lucha contra las gaseosas no es nueva. En Nueva York, el alcalde, el millonario Michael Bloomberg (quien había intentado combatir la industria), decidió donar 10 millones de dólares para la lucha mexicana. Además del especial impuesto a las ventas que él apoya, también quiere restringir los comerciales de gaseosas y comida chatarra para televisión y crear conciencia de lo especialmente dañino que son estas bebidas para los niños. Cauhtemoc Rivera, presidente de la Asociación de Tiendas de Barrio, atacó esta semana a Bloomberg, pidiéndole que dejara solos a los mexicanos. Eso no sucederá, ya que su influencia como alcalde de Nueva York está muy presente. Una campaña destinada directamente a los padres, que acaba de salir, demuestra su punto de vista.

“¿Si usted estuviera al tanto, le daría a su hijo 12 cucharaditas de azúcar? Esa es la cantidad de azúcar que tiene una gaseosa”. ¿Cuál es su respuesta?”

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